01/10/2020
NOTICIA. La 75º Asamblea General de la ONU fue protagonista del debate entre unilateralismo y multilateralismo en unas intervenciones que por primera vez fueron realizadas por video-conferencia debido a la pandemia global de Covid-19.
Comentario
La ideología occidental de la dominación global
El 22/09/2020, con el lema: "El futuro que queremos,
las Naciones Unidas que necesitamos: Reafirmando nuestro compromiso colectivo
con el multilateralismo; hacer frente a la COVID-19 a través de la efectiva
acción multilateral", se inauguro la 75ª sesión de la Asamblea General
de la ONU. De manera inédita las intervenciones de los jefes de Estado en el
plenario de la Asamblea han sido realizadas por video conferencia debido a la
creciente pandemia de la Covid-19.
Las intervenciones han reflejado la división ideológica
global, por una parte EEUU y sus aliados achacando los problemas que tiene la
humanidad a China, Rusia, Irán, Siria, Cuba, Venezuela y todas aquellas
naciones que no se someten a la tutela estadounidense y sobre las que
Occidente, apoyado en su privilegiado estatus financiero global, tiene impuesta
sanciones económicas, y por otra parte, el debate ha estado marcado por la
demanda de unas relaciones internacionales multilaterales en las que prime: el
diálogo sobre la confrontación; la ganancia mutua sobre la ganancia unilateral;
el respeto a la soberanía de cada país, y la no injerencia en los asuntos
internos de otros Estados. En definitiva, la reivindicación del Espíritu fundacional
de la ONU que estuvo basada en esos presupuestos, y de los que el mundo en la
actualidad precisa más que nunca.
Este debate que ha ocupado los discursos de la Asamblea
General de la ONU, los países occidentales lo tienen secuestrado. Los grandes
medios de comunicación de estos países apegados al unilateralismo de la
auto-arrogada supremacía política Occidental que les otorga el
"derecho" a injerir en los asuntos de otras naciones, lo han
ignorado.
En las sociedades occidentales, particularmente en la
estadounidense, está muy arraigada la cultura del "derecho"
unilateral a dictar las políticas a otras naciones, y es el sustrato principal
sobre el que se asienta la ideología global de la
dominación, de tal manera que, en el área internacional, la valoración
de sus dirigentes políticos está en función de la eficacia con la que someten a los gobiernos de otras naciones. Así, por ejemplo, en EEUU el
candidato a la presidencia Joe Biden pretende ganarse los votos del electorado
criticando al actual presidente Donald Trump por su ineficacia en someter a
Venezuela. No existe debate entre si es legítima o no la injerencia en los
asuntos políticos de otras naciones, pues ello se da por supuesto, sino que lo
que se debate es quien domina mejor a las naciones rebeldes, lo que pone de
manifiesto el paradigma ideológico imperial de la mayoría del electorado
estadounidense.
Otra característica de la ideología de
la dominación global en las sociedades occidentales, alimentada por los
medios de comunicación, es que en el área internacional existe una rivalidad
entre potencias por el control del dominio mundial, principalmente entre China y EEUU, de tal manera que la prosperidad de China es
vista como una amenaza de la que Occidente tiene que defenderse, reviviendo en
la mentalidad occidental la lucha secular entre los imperios europeos por el
dominio mundial.
Sin embargo, esta visión es la mayor mentira
con la que Occidente tergiversa interesadamente ante su ciudadanía la realidad
internacional. Ninguna de las dos potencias declaradas rivales por Occidente
con presencia en el CSNU: Rusia y China, pretenden reemplazar a Occidente en el
poder Global. Su discurso en el área de las relaciones internacionales es muy
claro, no quieren la confrontación sino la colaboración, pero los poderes mediáticos, económicos
y militares occidentales hacen oídos sordos a estas propuestas y siguen
tergiversando la realidad internacional.
La mentira de que Occidente se defiende de las intenciones
agresivas de Rusia y China, es la que justifica ante su ciudadanía la
existencia de la OTAN y el desmesurado gasto militar de EEUU que triplica el de
Rusia y China juntas. La perpetuación de esta mentira se realiza ocultando
mediáticamente el debate sobre la necesidad de caminar hacia el
multilateralismo en las relaciones internacionales que permitan acometer con
mayor eficacia los desafíos globales de toda la humanidad.
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En el fondo de la cuestión de esta confrontación ideológica
está la continuidad de los intereses de clase de la oligarquía financiera
internacional que tiene establecido en Occidente su cuartel general, y donde ha
desarrollado los instrumentos para la perpetuación de su dominio global, en el
terreno ideológico con las corporaciones mediáticas, en el plano militar con la
OTAN, y en el económico con la protección de sus intereses en el marco de las
constituciones liberales.
Las rivalidades entre las élites financieras occidentales
durante la época colonial por el dominio mundial, y que fueron causa de
enfrentamientos en la primera mitad del siglo XX, fueron relegadas al
término de la Segunda Guerra Mundial por el peso geopolítico que adquirió
la URSS tras su victoria sobre el nazismo. La Guerra Fría unió a las élites financieras
occidentales, y la crisis económica mundial de 1973 llevaría a esta clase
social a desmontar el modelo económico keynesiano vigente desde la
posguerra que otorgaba al Estado un papel destacado en las economías
nacionales, propiciando la privatización de las empresas estatales y la
relegación constitucional del Estado de los asuntos financieros, pasando el
control de los bancos centrales a manos privadas. La reinstauración del modelo neoliberal
otorgaría un gran poder global a la clase financiera occidental que se
acentuaría con la ausencia de una regulación financiera internacional que
dejaba a los Estados fuera del control financiero.
Esta clase social mantiene una estrecha alianza con las
oligarquías de los países en desarrollo, las cuales han anclado sus economías a
la venta de materias primas a los países desarrollados de las que son sus
propietarias y principales beneficiarias, constituyendo esta alianza la base de
la arquitectura del neoliberalismo y del modelo neocolonial de dominación
occidental que impide el desarrollo productivo de los países en desarrollo y
perpetúa la pobreza de la mayoría de la población, de tal manera, que las
naciones que han desplazado a estas oligarquías del poder automáticamente se
convierten en enemigos de Occidente.
La formación de las oligarquías periféricas han variado en
función de su historia.
En el este de Europa, tras la desaparición de la URSS pasaron
a detentar el poder en las diferentes naciones las oligarquías formadas en la
sombra en los últimos años de la URSS. En Rusia, con la llegada a la
presidencia
En Oriente Medio, las oligarquías que han unido sus intereses
a los dictados de Occidente están representadas por la despóticas monarquías de
la región y el régimen de apartheid de Israel. Las naciones que han pretendido
implementar cambios en favor de las clases populares han sido objeto de
agresiones militares y sanciones por parte de Occidente. Irán es la nación que más
ha avanzado democráticamente en la región, ejerciéndose el poder popular a
través del sufragio universal. La revolución que protagonizó en los años
setenta del siglo XX ha sido permanentemente combatida por Occidente, y sigue
siendo la pesadilla de las monarquías absolutistas y el régimen de Israel.
En el Oriente asiático, la revolución popular de China puso
fin al poder oligárquico en esa nación, y en siete décadas ha tenido notables
avances. Ha conseguido sacar de la pobreza extrema a más de 700 millones de
Chinos y situarse entre las naciones tecnológicamente más avanzadas del mundo.
La prosperidad de China que la comparte comercialmente con el resto de naciones
de la región en el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, es vista por EEUU como
un desafío a su hegemonía.
En Sudamérica, las oligarquías locales han estado
secularmente unidas a EEUU por ser el principal destinatario de la explotación
de las materias primas de la región cuya propiedad detentan. Venezuela en los
inicios del siglo XXI protagonizó con Hugo Chávez al frente una revolución
popular democrática promulgando una constitución que dio el poder de los
ingentes recursos de Venezuela al Estado lo que le ha convertido en el enemigo
numero uno de las oligarquías dominantes en los países de la región y de
Occidente.
La oligarquía financiera
La segunda corriente se sitúa principalmente en EEUU
representada por el partido republicano actualmente en el gobierno con Donald
Trump en la presidencia. Esta corriente no es partidaria de la visión económica
globalizadora de la corriente liberal, que otorga el poder a una clase
financiera en la sombra sin una patria definida, sino que pretende que el poder
económico y financiero se localice en EEUU.
Desde los inicios de la revolución industrial las
naciones occidentales han dominado la economía mundial, sin embargo, tras la
crisis financiera del 2008, la economía mundial comenzó a tener una
transformación importante con la irrupción de China como un actor importante e
independiente del modelo económico neoliberal occidental. Hasta esa crisis, el
desarrollo de China se realizaba dentro del marco global occidental, pero la
caída de la demanda efectiva en las economías desarrolladas de la que
dependían sus exportaciones le situó en la tesitura de tener que implementar un
cambio en su modelo económico.
El XVIII congreso del PCCh en 2012 marcó el cambio en el rumbo
de la economía de China, pasando a priorizar como elementos claves de su
economía, la mejora de la productividad, la innovación tecnológica propia y el
desarrollo del consumo interno. En el año 2021, año destacado por los
dirigentes chinos por ser el centenario de la fundación del PCCh, China dejará
de ser un país en desarrollo al haber erradicado completamente la pobreza
extrema y superar los 10.000$ de renta per capita.
El ascenso económico de China está cobrando relevancia en el
presente año por su buena gestión de la pandemia de la Covid-19 que le va a
permitir ser la única economía de relevancia mundial que finalice el 2020 con crecimiento
económico. El protagonismo global de la economía China ha permitido a otros
actores económicos, entre los que se encuentra la UE, mirar hacia China como
fuente de prosperidad, y geopolíticamente se ha convertido para todas las
naciones que aspiran a unas relaciones internacionales basadas en la confianza,
el respeto muto y la prosperidad compartida, en una nación de referencia con la
que establecer lazos de amistad.
El hecho de que la demanda efectiva global, concentrada
durante décadas en un 80% en el 20% de las población mundial de los países
desarrollados, esté experimentando un giro hacia el espacio euroasiático supone
a su vez una reorientación de la demanda de materias primas gestionada por las
oligarquías de los países en desarrollo, que comienzan a ver en China, no un
enemigo como presenta Occidente a China, sino como un socio comercial de
interés, con la ventaja de que es una nación que no plantea exigencias
políticas para el comercio, a diferencia de EEUU que les obliga a mantener fidelidad
a sus dictados políticos.
En este contexto es como hay que ver la demanda de numerosos
países en el debate de la 75º Asamblea de la ONU de avanzar hacia el
multilateralismo. La ideología de la dominación global
comenzará su declive cuando la economía global deje de estar dominada por la
secular hegemonía occidental, y los dos factores conducentes a esa nueva
realidad son: el avance económico de las potencias económicas emergentes,
particularmente de China, y los cambios revolucionarios democráticos que puedan
producir las clases populares en los países en desarrollo.
La ideología de la dominación Occidental sigue oscureciendo el discurso en favor de crear unas relaciones internacionales y una cultura entre las naciones de futuro compartido para toda la humanidad. Sin embargo, existen dos fuerzas transformadoras globales inexorables que la cuestionan: 1ª. el deseo de los pueblos de las naciones en desarrollo de alcanzar la prosperidad, y 2ª. la percepción global nacida de los valores de la Ilustración de que el mundo no es inamovible sino perfectible y por lo tanto susceptible de ser cambiado, y esas fuerzas, a pesar de los esfuerzos de Occidente por frenarlas, son las que marcan la tendencia actual de cambio de los tiempos, y cuyos principales valedores en el plano internacional son China y Rusia.
A la postre, los cambios económicos y políticos son los que
determinarán el reemplazo de la ideología de la
dominación por la ideología de la fraternidad
universal, inaugurando un civilización en la que las armas nucleares
dejen de tener sentido, sea posible aunar eficazmente los esfuerzos de las
naciones para luchar contra el cambio climático, y la prosperidad de todo el
género humano se sitúe en el centro de todas las cosas.
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Tenemos que ayudarnos unos a otros. Los seres humanos somos así. Queremos hacer felices a los demás, no hacerlos desgraciados. No queremos odiar ni despreciar a nadie. En este mundo hay sitio para todos. La Tierra es rica y puede alimentar a todos los seres. (Charles Chaplin / 1940)
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