Septiembre 2020

 01/09/2020

NOTICIA. El Presidente de Rusia, Vladímir Putin, calificó de deshonesta la postura de los países occidentales en la deslegitimación de los comicios presidenciales en Bielorrusia.

Comentario

El discurso cínico Occidental

El 28/08/2020, Vladímir Putin, en una entrevista a la cadena de noticias  rusa Rossiya, manifestó su respaldo al proceso electoral de la elecciones presidenciales del 09/08/2020 que dieron victoria a Alexander Lukashenko. "Sostenemos que las elecciones fueron válidas. Nosotros —yo lo hice enseguida— reconocimos su legitimidad. Y como ustedes saben, felicité a Alexander Grigórievich Lukashenko por su victoria en esas elecciones".

En sus declaraciones, el mandatario ruso recordó que las autoridades bielorrusas invitaron a la Oficina de Instituciones Democráticas y Derechos Humanos (OIDDH) de la OSCE a que participara en la observación electoral, sin embargo, esa invitación no fue aprovechada."¿Y cómo es que no acudieron? Eso nos hace pensar enseguida que ya se tenía preparada una postura sobre los resultados de esas elecciones. Por eso, si algunos pueden cuestionar los resultados, yo tengo todos los motivos para dudar de que aquellos que los cuestionan, sean absolutamente honestos".

Con posterioridad a las elecciones, Bielorrusia ha sido escenario de protestas por parte de la oposición en la exigencia de una repetición de los comicios, opción que Lukashenko ha descartado en términos contundentes. Estas protestas han tenido el apoyó de los gobiernos de los países de la OTAN, quienes se han negado a reconocer al actual gobierno bielorruso.

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Los gobiernos de los países de la OTAN hacen de la injerencia en los asuntos internos de los países que no se subordinan a su tutela una constante de su política exterior. Cualquier acontecimiento interno en estos países es instrumentalizado para debilitar a los gobiernos legítimos. En el centro de estos ataques se encuentran destacadamente, Venezuela, Irán, Rusia y China. La argumentación mediática es siempre la misma, el auto-arrogado derecho a la injerencia en nombre de la "democracia", pero en todos los países atacados hay una rasgo común que los caracteriza, el apego a su soberanía y el espíritu patriótico mayoritario de sus pueblos que actúa como una muralla contra las maniobras desestabilizadoras occidentales.

Para los gobiernos Occidentales ningún país soberanista es democrático. Solamente son democráticos aquellos que se someten a su tutela. Las despóticas monarquías árabes de la región del golfo pérsico no son objetos de reclamos democráticos, sin embargo, los países anteriormente señalados, que tienen instituido el sufragio universal, son atacados en nombre de la democracia. La diferencia entre ambos grupos de países es que mientras las monarquías absolutistas, aceptan la tutela occidental, Venezuela, Irán, Rusia y China no lo hacen.

El discurso cínico occidental, lo es por la desvergüenza de encubrir sus ambiciones de dominación global con los valores de la democracia. Los grandes medios de comunicación occidentales son el principal ariete de este discurso, y actúan al unísono conformando un pensamiento único del que la ciudadanía no puede substraerse.

El discurso cínico, contraviene los principios fundacionales de la Carta de las Naciones Unidas, basado en el respeto entre naciones, y los gobiernos de los países de la OTAN, en general, los transgreden al intentar determinar la marcha política y económica de otras naciones.

En la historia de la humanidad han existido momentos que el rechazo al poder cínico, ha dado lugar a movimientos genuinos que han reivindicado la honestidad frente a la hipocresía. En la actualidad, las fuerzas que geopolíticamente se confrontan lo hacen en dos perspectivas diferentes, por una parte, los países occidentales apegados a cuatro siglos de dominación global ejercido hasta el siglo XX con el colonialismo, y en la actualidad bajo el modelo neocolonial; por otra parte, un grupo de naciones entre las que se encuentran destacadamente China, Rusia, Irán y Venezuela que tienen en el centro de la política internacional los valores fundacionales de la Carta de las Naciones Unidas, y abogan por crear una civilización de destino compartido sin ambiciones hegemónicas.

El pensamiento de la confraternización de las naciones es un pensamiento genuinamente honesto, mientras que el pensamiento de la dominación y de la subyugación de unas naciones por otras es intrínsicamente perverso, y la instrumentalización de los valores de la democracia para perpetuar la dominación lo convierte a su vez en un pensamiento cínico que, en la medida que las naciones comprometidas con las implementación de unas relaciones internacionales fraternales vayan ganando fuerza, irán relegando el discurso cínico que sustenta la ideología de la dominación en las relaciones internacionales.