Marzo 2015



30/03/2015

NOTICIA. El 28/03/2015, El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, rechazó las operaciones militares en Yemen por parte de la coalición de países encabezada por Arabia Saudita abogando por una solución diplomática a la crisis que azota el país.


Comentario

Oriente Medio. La inestabilidad como estatu quo

El pasado mes de enero, Mansur Hadi, expresidente de Yemen, presentó su renuncia al poder después de que su Gabinete encabezado por el primer Ministro Jaled Bahah presentara su dimisión. Los houthis de confesión Chiita mayoritarios en Yemen, representados en el movimiento Ansarolá, tras aliarse con expartidarios del anterior presidente Saleh de confesión sunnita, no encontraron dificultades para hacerse con el control de todo el país.  Ante este cambio de la situación política en Yemen, Mansur Hadi, en febrero se retractó de la dimisión presentada y eligió la ciudad de Adén (sur), como sede de la cual tuvo que huir ante el avance de la coalición liderada por Ansarolá refugiándose en Arabia Saudita. Este país, con el apoyo del resto de las monarquías árabes de la región, de Turquía y Egipto, encabezó una fuerza de ataque que inició desde el 26 de marzo una serie de ofensivas aéreas contra las posiciones militares yemenitas en un intento de restaurar en el poder al prófugo presidente Abdu Rabu Mansur Hadi, estrecho aliado del régimen Saudita. Por su parte Ansarolá, junto a las Fuerzas Armadas de Yemen, afirmaron que habían logrado detener la ofensiva saudita causando varías decenas de bajas a las tropas sauditas, habiendo posicionado unidades de artillería en la región de Al-Buqa (noroeste) en la frontera con Arabia Saudita.
EEUU y sus principales aliados de la OTAN manifestaron su apoyo a la ofensiva saudita, mientras que Rusia y China e Irán abogan por una solución negociada entre las fuerzas yemenitas sin intervenciones militares foráneas. Esa misma postura sería la que defendería el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, el 28/03/2015. "Las negociaciones, con la intermediación de mi enviado especial, Yamal Benomar con el respaldo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU), siguen siendo la única opción de evitar un conflicto largo, eterno".

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La agudización del conflicto en Yemen añade un punto más de inestabilidad a la ya de por sí inestable región del Próximo y Medio Oriente por la prolongada guerra en Siria, la Guerra en Irak, el vacío de poder político en Líbano, y la guerra civil en Libia.
Los factores que explican la inestabilidad histórica regional y las escasas perspectivas de cambio de la situación provienen de los problemas internos en cada nación pero sobre todo está determinada por una política premeditada de Israel, EEUU, Gran Bretaña, Turquía y las monarquías absolutistas del Golfo Pérsico de mantener la inestabilidad como un estatu quo de la región.
El principal artífice de esta política destructiva es Israel que con una población de poco más de ocho millones, en una región poblada por decenas de millones de musulmanes, asocia su supervivencia como Estado a su superioridad como potencia regional y, por ser un país de pequeñas dimensiones, esta supremacía la consigue debilitando el resto de naciones de la región, principalmente de aquellas que sus dirigentes no aceptan su tutela y la de EEUU.
Israel se creo en la región desplazando a los palestinos de su territorio secular. Bajo las premisas políticas de sus fundadores sionistas y sucesivos gobiernos de considerarse un pueblo superior, a los pueblos que le rodean solo les ha dejado la opción de subordinarse a sus políticas regionales o la guerra. Israel tras varías décadas de existencia lejos de haber evolucionado hacia un integración regional de convivencia pacífica propiciando la formación de un Estado palestino soberano sigue apostando como se ha visto en las pasadas elecciones por la lógica de la confrontación que le lleva a seguir con la política de la desestabilización regional para mantener un entorno de naciones débiles o subordinadas.
Arabia Saudita, regida por la dinastía monárquica de los Saud, no se puede considerar propiamente una nación sino un país del Antiguo Régimen donde la soberanía descansa en el Rey y todos los recursos del país pertenecen a la monarquía, sus habitantes no son ciudadanos sino súbditos que carecen de derechos políticos y por ello no existen elecciones. Este régimen absolutista tiene como finalidad de su política su perpetuación, y la misma descansa en dos pilares fundamentales: 1º los enormes recursos en petrodólares que parte de ellos son “generosamente” distribuidos entre la población para que no cuestionen la política dictatorial de sus dirigentes, y 2º, al igual que Israel, en promover la debilidad política de las naciones y movimientos políticos que pudieran cuestionar su retrógrado régimen, principalmente de las naciones con regímenes laicos surgidos tras los procesos de descolonización como Siria, y en el pasado en Irak y Libia, o la de sus opositores confesionales como Irán y los movimientos chiítas en Líbano, Siria, Irak, Yemen y Bahrein.
Desde fuera de la región, a  EEUU y a las antiguas potencias coloniales (Francia y Gran Bretaña), les interesa que los países con recursos petroleros estén gobernados por gobiernos títeres de su confianza y, por ello, en aquellos países que sus dirigentes no se subordinan a sus políticas también quieren debilitarlos.
Egipto, que en su día fue el país que pretendió liderar a las naciones árabes bajo la promoción del panarabismo ha ido quedando relegado como potencia regional debido a la renuncia progresiva de sus dirigentes de crear un renacimiento árabe sustentado en naciones soberanas de estados laicos, habiéndose convertido en la actualidad en una nación gobernada por dirigentes tutelados por Arabia Saudita, país que apoyo a Al-Sisi en su golpe de Estado contra los Hermanos Musulmanes con la promesa de inversiones millonarias en Egipto.
Turquía, de la mano de sus actuales dirigentes está intentando revivir parte de la influencia del antiguo Imperio Otomano, pretendiendo tutelar a Siria e Irak para tener acceso a sus recursos energéticos, lo que le sitúa también en la política de desestabilizar estos países como forma de ganar influencia.
Todos estos actores, cada uno con sus intereses particulares, se alían para acabar con los restos del panarabismo que pretendió resistirse a la hegemonía israelita y estadounidense, y para debilitar a Irán como potencia regional emergente, atacando principalmente a sus aliados regionales, en Siria, Irak y ahora Yemen.
Irán es una potencia regional que se ha construido a si misma, su política exterior se basa en ayudar a sus aliados si estos son atacados, pero su política exterior sigue la línea histórica de los últimos doscientos años de no intervención directa fuera de sus fronteras. Su ascenso como potencia regional, a pesar de las sanciones impuestas por Occidente, la ha conseguido con su propio esfuerzo gracias a su desarrollo científico técnico que la ha convertido en la nación de la región del Oriente Medio más evolucionada en esta materia, y también debido a la fortaleza de su régimen político que armoniza su tradición religiosa con un sistema político republicano que otorga el derecho a sus ciudadanos de elegir sus representantes políticos.
Para las fuerzas interesadas en promover la desestabilización regional, los principios de no injerencia en los asuntos internos de otros países o el respeto a la soberanía de las naciones carecen de sentido, si en algún lugar de mundo la ONU es puramente testimonial es en la región del Próximo y Medio Oriente. Paradójicamente, Irán, la nación que más se atiene a los principios de la ONU de no vulneración de las fronteras de otros países es la que está sufriendo las sanciones por un pretendido programa de armas nucleares que ya se ha demostrado inexistente por la OIEA, al igual que en su día lo fueron las armas de destrucción masiva en Irak.
En la política de desestabilización regional operan principalmente los servicios secretos de Israel, EEUU y Arabia Saudita, pero lo hacen sobre un caldo de cultivo muy propicio: el alimento de las tensiones sectarias entre grupos confesionales, que las han instrumentalizado con la finalidad de acabar con los regímenes opuestos a la hegemonía de EEUU e Israel. En el caso de Siria y Libia con la promoción del terrorismo como forma de insurgencia apoyando a los denominados “rebeldes”, unos insurgentes que cambiaron de bando para constituirse en un Califato terrorista en territorios de Irak y Siria, y dividir dramáticamente a Libia.
Una vez que los regímenes laicos caen que queda: la barbarie yihadista. Los regímenes laicos derrocados por perversos que fueran respetaban las religiones, pero ahora los nuevos bárbaros fundamentalistas alimentados por la frustración de ver que la grandeza islámica del medievo ha quedado destrozada por la modernidad occidental se aferran a las tradiciones medievales. Los promotores de la desestabilización han visto que sus políticas han tenido efectos no deseados, pero no por ello tienen intención de volver a los principios de la ONU de respeto entre naciones, y tras sus intervenciones en Irak, Siria y Libia, ahora le ha tocado el turno a Yemen.

No existe esperanza a corto plazo para las maltratadas naciones y pueblos árabes, porque su fracaso es el triunfo de los poderosos representados principalmente por las élites políticas de Arabia Saudita, Israel y EEUU. La historia demuestra que sin paz no puede haber prosperidad, y es de esperar que deberá llegar el día que las mayorías sociales árabes se miren en el espejo de otras regiones del mundo que gracias a la paz pueden construir su desarrollo y acaben con todos aquellos que enarbolan las banderas del odio entre confesiones por encima de la fraternidad.

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21/03/2015

NOTICIA. El 20/03/2012 se celebró la proclamación por la ONU del día de la Felicidad Universal

Comentario

La conquista de la Felicidad Universal

El 28 de junio de 2012, la Asamblea General de Naciones Unidas en la 118 sesión plenaria decidió en la resolución 66/281 proclamar el 20 de marzo como el día de la felicidad universal. En su argumentación la resolución considera:
-Consciente de que la búsqueda de la felicidad es un objetivo humano fundamental.
-Reconociendo la pertinencia de la felicidad y del bienestar como objetivos y aspiraciones universales en la vida de los seres humanos de todo el mundo y la importancia de que se reconozcan en los objetivos de las políticas públicas.
-Reconociendo también la necesidad de que se aplique al crecimiento económico un enfoque más inclusivo, equitativo y equilibrado, que promueva el desarrollo sostenible, la erradicación de la pobreza, la felicidad y el bienestar de todos los pueblos.
Decide proclamar el 20 de marzo Día Internacional de la Felicidad.

El 20/03/2015 en el tercer año de la conmemoración de está efeméride el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, llamó a trabajar por un mundo de paz, prosperidad y vida digna para todos los seres humanos, consideró que una de las prioridades de Naciones Unidas es buscar el progreso de la familia humana.  “Queremos que las mujeres, los hombres y los niños disfruten a plenitud sus derechos, los países conozcan el placer de la paz y los pueblos sean bendecidos por el desarrollo sostenible y la resistencia al catastrófico impacto del cambio climático”. "Dediquemos nuestros esfuerzos a llenar el planeta de felicidad". Un llamamiento de Esperanza el realizado por Ban Ki-moon en medio de un escenario global marcado por conflictos y crisis humanitarias que azotan a millones de seres humanos, sobre todo en naciones de África y Asia.

La felicidad como meta social surgió con el pensamiento de la Ilustración en el siglo XVIII, recogiéndose expresamente en el texto de la Declaración de Independencia de EEUU el 4 de julio de 1776. El artículo primero de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano votada por la Convención Nacional francesa el 23 de junio de 1793, definiría la felicidad como una meta colectiva.
En contra de este mensaje de esperanza de la Ilustración, el ser humano puede instalarse en la desesperanza de que la felicidad universal no es posible y por lo tanto, refugiarse en el individualismo y renunciar a la política transformadora por ese noble objetivo, un debate éste que ha llevado a confrontar diferentes corrientes de pensamiento en considerar si la naturaleza social humana es perversa o por el contrario es perfectible.
Rousseau, en oposición a Hobbes que describía en Leviatan que “el hombre es un lobo para el hombre”, consideraba en  el Buen salvaje que el ser humano es bueno por naturaleza. Malinoski constató en los indígenas de las islas Trobiand que no existía la maldad verificando en la práctica el ideal de Rouseau. Marx consideró que ambas interpretaciones son validas, el hombre puede ser tan perverso y cruel como lo pensaba Hobbes y a su vez podía ser tan bondadoso y compasivo como lo llegaría a concebir Rousseau. Para Marx eran lo sistemas económicos conocidos hasta entonces basados en el poder del dinero y la codicia lo que había pervertido la naturaleza de la personas del ser que descubrió Malinoski o soñó Rousseau, haciendo perversos a los ricos, envidiosos a los pobres y crueles a la mayoría del género humano. 
Los términos de la resolución de la ONU para proclamar: “la pertinencia de la felicidad y del bienestar como objetivos y aspiraciones universales en la vida de los seres humanos de todo el mundo y la importancia de que se reconozcan en los objetivos de las políticas públicas”, nos debe inducir a pensar que quienes aprobaron esta resolución partían de la convicción de que la sociedad humana puede ser transformada, y aunque la misma pueda serlo para bien y para mal, la deriva en una dirección u otra dependerá de los ideales o los intereses con los que se construyen las políticas.
Si bien, llegado el siglo XXI, los desafíos a los que se enfrenta el género humano como: el cambio climático; el agotamiento de los combustibles fósiles, y la depredación de los recursos planetarios, hace objetivamente necesario, como alternativa a la propia supervivencia, que la política transformadora deba encaminarse hacia la inauguración de una civilización basada en la armonía con el medio ambiente y la fraternidad entre los seres humanos. La otra alternativa es la catástrofe medio ambiental y humana.
Contra el objetivo civilizatorio de la Fraternidad se erigen actualmente las fuerzas atávicas de la historia heredada de siglos de confrontaciones entre los distintos grupos humanos, los intereses creados de minorías, las ambiciones imperialistas, el inmovilismo político y las ideologías racistas y retrógradas, pero la mayoría de la humanidad no puede aceptar con resignación el fatal destino al que estas fuerzas le empujan y deberá enfrentarse a las mismas. La lucha por una sociedad fraternal en armonía con el medio ambiente es un ideal que se ha convertido en una necesidad universal.
Es la experiencia de la política transformadora de aciertos y fracasos desde que se alumbrara en la Ilustración el ideal de la Fraternidad, el mejor bagaje científico para transformar la sociedad. Una vez concluida la etapa de formación de las naciones que configuran el mundo actual, la violencia como método de las transformaciones políticas y sociales ha dejado de tener sentido. La violencia, que alumbró las revoluciones liberales y sociales y la emancipación colonial del dominio de las metrópolis imperiales, ha dejado de ser la partera de la historia. El método científico de transformación social para conquistar la fraternidad universal en armonía con el medio ambiente ha pasado a fundamentarse en la paz entre naciones y en los movimientos solidarios pacíficos de personas y naciones en pro de ese objetivo.


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15/03/2015

NOTICIA. El 14/03/2015, las doce naciones que componen la Unión de Naciones Suramericanas (UNSAUR), instaron a EEUU a derogar el decreto ley que califica a Venezuela como una "amenaza inusual y extraordinaria".

Comentario

Latinoamérica. La prueba de la unidad frente al discurso de la agresión

El 14/03/2015, tras la promulgación por EEUU de un decreto ley considerando a Venezuela de "amenaza", la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), se reunió en asamblea extraordinaria en Quito, con la participación de los ministros de Relaciones Exteriores de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam, Paraguay, Uruguay y Venezuela, y el vicecanciller de Chile.
Al culminar la Asamblea Extraordinaria de la (UNASUR), el canciller uruguayo, Rodolfo Nin Novoa, leyó la resolución final, en la que manifestaron "su rechazo al Decreto Ejecutivo del Gobierno de los Estados Unidos de América, aprobado el 9 de marzo de 2015, por cuanto constituye una amenaza injerencista a la soberanía y al principio de no intervención en los asuntos internos de otros Estados".
Los doce Estados miembros de la UNASUR demandaron también al gobierno de los Estados Unidos "para que evalúe y ponga en práctica alternativas de diálogo con el gobierno de Venezuela, bajo los principios de respeto a la soberanía y autodeterminación de los pueblos”.
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El 09/03/2015, el presidente de EEUU, Barack Obama, emitió una orden ejecutiva en la que considera a Venezuela “una amenaza extraordinaria e inusual para la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos”. La orden otorga al presidente de EEUU la facultad para aplicar medidas extraordinarias contra Venezuela, económicas o contra personas, incluso deja la puerta abierta a una agresión militar.
Las razones por las que el presidente de EEUU emitió esta orden no tienen nada que ver con la vulneración de intereses de EEUU por parte de Venezuela, sino por razones de la política interna de Venezuela que no satisfacen a EEUU, en la que militares y políticos de ciudadanía venezolana opuestos al gobierno presidido por Nicolás Maduro han sido detenidos, a la espera de juicio, por su presunta participación en un intento fallido de golpe de Estado en el mes de Enero.  Con esta orden EEUU pasa a considerar abiertamente los asuntos internos de Venezuela de su competencia nacional.
Esta orden contraviene el apartado 2 del artículo 1º de la Carta de las Naciones Unidas: “Los propósitos de las Naciones Unidas son: 2. Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, y tomar otros medidas adecuadas para fortalecer la paz universal”. Como norma las naciones occidentales y EEUU en particular ignoran sistemáticamente los principios fundacionales de la ONU, en lo relativo a la libre determinación de los pueblos.
Esta vulneración viene justificada por su autoarrogada supremacía política sustentada a su vez en una supuesta supremacía moral para interpretar, al margen del derecho internacional y de las legislaciones imperantes en las naciones agredidas lo que es correcto o incorrecto en el proceder en su política interna. El recurso eufemístico a la “protección de los derechos humanos” es esgrimido para justificar ante su ciudadanía que los gobernantes occidentales tienen todo el derecho para erigirse en jueces y tomar medidas contra las naciones que no se subordinan a sus intereses internacionales.
En el pasado Occidente justificó su política de expolio y sometimiento colonial en la “supremacía de la civilización occidental” para llevar por la fuerza a los “pueblos atrasados” los valores occidentales. Tras los procesos de descolonización, Occidente liderado por EEUU ha cambiado su discurso recurriendo al subterfugio de ser el “exportador de la democracia”, pero la realidad de sus intervenciones militares más recientes en Afganistán, Irak o Libia es que solo han llevado muerte y devastación a esas naciones. La democracia no es exportable sino que es fruto del propio recorrido de los pueblos, y es permanentemente perfectible como se puede ver en el propio EEUU en la lucha por lo derechos civiles de negros e hispanos. La democracia tampoco responde a un mismo patrón sino que puede ejercerse de manera diferente según la percepción que los ciudadanos de una nación tengan de la misma.
En el fondo de la cuestión, lo que trata el discurso de “excepcionalidad” estadounidense es educar a su ciudadanía para que la misma apoye las agresiones contra otras naciones. El éxito de este discurso supremacista entre la mayoría de la ciudadanía occidental es indiscutible. Al mismo contribuyen eficazmente los grandes medios de comunicación de masas coordinados para adoctrinar a la población. Estos medios tampoco operan con un discurso coherente, pues mientras, por ejemplo, pueden justificar la invasión en Irak aduciendo que se lucha contra un “régimen despótico”, las monarquías absolutistas del golfo son consideradas regímenes políticamente correctos. Esta disfuncionalidad hipócrita del discurso que condena a unos regímenes pero, en otros casos, protege a regímenes más perversos, solo es posible a través de fomentar la ignorancia política de la ciudadanía con un enorme esfuerzo mediático de desinformación, callando lo que no interesa que se sepa, y focalizando a quienes van a ser victimas de la agresión.
Los enunciados de la ONU surgieron para evitar las justificaciones unilaterales para agredir a otras naciones, pero las ambiciones hegemónicas de EEUU no pueden sustentarse en los principios de la ONU, pues el apego a los mismos es contrario a su concepción hegemónica, por ello, ha inventando un discurso que le permita erigirse por encimas de los principios de la ONU para actuar unilateralmente contra cualquier nación. Los términos dignidad nacional o soberanía nacional, son la antítesis de su discurso hegemónico. EEUU solo entiende la “democracia” en otras naciones si están sujetas a su tutela. Cualquier nación que haga de su soberanía la cuestión esencial de su sistema político es un enemigo a batir por EEUU y más si además estas naciones como Rusia, Venezuela o Irán disponen de grandes reservas de combustibles fósiles las cuales considera parte de sus intereses estratégicos. Las democracias sin soberanía rigen en las naciones en las que EEUU tiene desplegadas fuerzas militares como Alemania o Japón y otras naciones alineadas con EEUU, siendo la condición más importante para convertirse en un socio fiable para EEUU, la dejación de la soberanía por parte de los gobernantes. En esta concepción de la democracia sin soberanía se alinean los intelectuales seudoprogresitas que nutren los medios de comunicación occidentales.
Sería deseable que la política hegemónica que práctica Occidente pudiera ser cambiada en el seno de las propias naciones occidentales, pero ello no es posible, porque occidente no puede abdicar por si mismo de su estatus hegemónico alcanzado frente a las naciones en desarrollo. Las grandes naciones en desarrollo, agrupadas en los BRICS, que hacen de la soberanía y el respeto a los principios de la ONU su doctrina política, son quienes pueden cambiar la política de la hegemonía. Contra esa cultura de la dominación y a favor de la soberanía de las naciones en los últimos años se ha sumado América Latina. La constitución de la UNASUR y la CELAC fue un paso importante en la unidad Latinoamericana pero todavía tiene que soportar muchas pruebas.
La agresión estadounidense contra la soberanía de Venezuela para amedrentar a quienes apoyan al gobierno venezolano, es una prueba de resistencia no solo para los patriotas Venezolanos sino para toda Latinoamérica en la que se comprobará el grado de firmeza que las diferentes naciones tienen en su apoyo contra la agresión a Venezuela. En los países menos comprometidos con su soberanía EEUU verá posibles aliados que le pueden servir para sembrar la cizaña de la división en Latinoamérica.
Puesto que para los adversarios del chavismo la democracia solo es entendida cuando ellos ganan electoralmente, tal vez, en las elecciones parlamentarias de finales de año en Venezuela, el triunfo de la oposición chavista permita reafirmar definitivamente la constitución democrática venezolana, lo cual, permitiría establecer un consenso definitivo sobre la democracia pluripartidista entre la mayoría de la población venezolana y de los opositores foráneos a la constitución de Venezuela.
Con el acoso a Cuba EEUU perdió en parte la partida en América Latina. La resistencia de más de medio siglo del pueblo cubano al bloqueo económico estadounidense, lejos de ser un escarmiento en cabeza ajena, ha contribuido a unir solidariamente a Latinoamérica con Cuba. Ahora es Venezuela quien se ha convertido en el centro de la agresión estadounidense y, por ello, la defensa de la soberanía y la democracia venezolana se ha convertido en la piedra angular de la construcción de la unidad Latinoamericana.

La resolución emitida por la UNASUR reafirma la unidad del bloque en la defensa de su soberanía y de cada uno de sus miembros frente a las injerencias estadounidenses, pero se precisa ir más allá en la unidad Latinoamericana, y ello se debiera reflejar en el aislamiento de EEUU en la próxima cumbre de las Américas en la que las naciones que componen la CELAC debieran imponer los puntos de vista de su doctrina fundacional de paz y respeto entre naciones, frente a la doctrina hegemonista de EEUU, exigiendo en la cumbre la derogación de la orden ejecutiva emitida por EEUU contra Venezuela y el levantamiento del embargo económico a Cuba.

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08/03/2015

NOTICIA. Durante la primera quincena del mes de mazo se celebran en China las dos sesiones anuales del XII Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino y de la XII Asamblea Popular Nacional

Comentario

El desarrollo de China en la formación de la economía mundo

El 03/03/2015 dio comienzo la sesión del XII Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPCh), máximo órgano asesor político del país, y el 05/03/2015 comenzó la reunión de la XII Asamblea Popular Nacional (APN) máximo órgano legislador de China, que sesionará hasta el 15/03/2015. En las dos sesiones de carácter anual se evalúa el estado general de la nación, se define la agenda política y económica para el 2015 y la política exterior.
Ambas sesiones se producen en un momento de encrucijada para la política económica de China. Después de más de tres décadas con una expansión media del PIB cercana al 10%, el año 2014 tuvo un crecimiento del 7,4%. Los dirigentes y legisladores chinos han definido el año 2015 como un período crucial para reorientar la economía de un alto crecimiento a otro estadio definido como de “nueva normalidad económica” en la que el crecimiento de China para los próximos años está previsto que se sitúe en el torno al 7%. El nuevo modelo político económico de China se orientará a profundizar las reformas tendentes a lograr un crecimiento de más alta calidad impulsando los sectores económicos con mayor valor añadido en ciencia y tecnología, reducir el coste medioambiental y estrechar las diferencias de ingresos, siendo el 2015 el primer año en el que se legisla para promover una reforma integral del Estado de derecho, para dar fuerza de ley a las reformas.
Desde su fundación tanto la (CCPPCh), como la (APN) han sido las que han marcado en momentos de grandes cambios el rumbo de la República Popular de China (RPCh). La primera Constitución de la República Popular China fue aprobada en la primera Asamblea Popular Nacional (APN) en 1954. Durante la Revolución Cultural (1968-1976), las dos instituciones quedaron inactivas. En 1979 ambas instituciones aprobaron la política de “reforma y apertura” que impulsaron a China a un fuerte crecimiento económico hasta constituirse actualmente como la segunda economía del mundo, convertirse en un socio comercial dominante en más de 100 países, y ser un exportador neto de capital.
El objetivo de las sesiones anuales de los dos organismos institucionales más importantes de China son sentar las bases en el último año del 12º plan quinquenal para la construcción de una “sociedad modestamente acomodada”, con extensión a toda la población de 1300 millones para la próxima década, basada en la ciencia y en la innovación, priorizando el consumo interno y el desarrollo del sector servicios para la culminación del Estado de Bienestar, lo que implicaría doblar el actual PIB llegando a los 14.000$ de renta per cápita. Esta transformación de China le situaría como la primera economía mundial lo que supone un cambio fundamental en “la formación de la economía mundo” iniciada en el siglo XVI.

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Durante el periodo de más de mil años que Europa vivió en la oscura Edad Media (siglos V al XV) China destacaba por ser una nación sobresaliente en cultura, ciencia y tecnología. Sin embargo, con el inicio de las primeras formas capitalitas de producción en el siglo XVI en el centro y norte de Europa y la apertura de las rutas marítimas desde Europa a las indias orientales y occidentales, comenzaría la “formación de la economía mundo” interconexionada globalmente y dirigida por las potencias europeas, mientras China se situaría al margen de este proceso.
La formación de la economía mundo durante los siglos XVI, XVII y XVIII, fue una lucha entre las nuevas clases emergentes burguesas europeas y la nobleza, y a su vez, una lucha entre los diferentes imperios europeos por hacerse con el control de la misma. En esta lucha serían los banqueros y burgueses quienes conseguirían acaparar la mayor parte de la “acumulación primaria de capital”. Con las revoluciones liberales en el siglo XIX, el capitalismo desplazaría institucionalmente del poder a la nobleza y el clero acabando con el Antiguo Régimen estamental. Sus posesiones serían confiscadas y la tierra como otros bienes quedaría sujeta a las leyes del mercado. A su vez, desde la “primera revolución industrial”, Europa se constituiría en el centro científico-técnico, lo que le otorgaría una gran ventaja en la productividad y en el armamento. Con ese poder Europa dominaría colonialmente el mundo, siendo Gran Bretaña, tras la derrota de Napoleón, quien construiría el más importante imperio colonial mundial.
En esos siglos China siguió anclada en una gloria pasada mientras Occidente transformaba el mundo. Parte de China pasó a ser colonizada por los imperios europeos, y su declive traería el final de la dinastía imperial Qing en 1911 y la fundación en 1912 de la Republica China. En la primera mitad del siglo XX China estuvo sumida en guerras continuas. Los señores feudales de la guerra se disputaban territorios de China, y su debilidad fue aprovechada por Japón quien comenzaría la invasión de China en 1931 y la ampliaría a extensos territorios en 1937. La lucha del Kuomitang y del Partido Comunista contra la ocupación japonesa terminaría en 1945 con la derrota del imperio de Japón en la Segunda Guerra Mundial. En la Guerra Civil posterior desatada por el Kuomitang contra el Partido Comunista, este último saldría vencedor y en 1949 proclamaría en la parte continental de China la actual Republica Popular China, mientras que el Kuomitang se refugiaría en Taiwán.
En 1979, iniciado con Deng Xiaoping el proceso de “reforma y apertura” China tímidamente comenzó a formar parte de la economía mundial. Las diferencias de China  con la URSS, le llevaría a estrechar relaciones con EEUU. Esta nación constituida tras la Segunda Guerra Mundial en la primera potencia mundial vería en China un gran mercado de mano de obra barata y disciplinada para propiciar la deslocalización de sus empresas manufactureras. Desde 1980 hasta la crisis del 2008 China se convertiría en el más importante centro manufacturero mundial, sus productos alimentaban la sociedad de consumo de los países desarrollados, pero a su vez China se integraba de forma competitiva en la economía mundial. El enorme crecimiento económico de China y su cultura ahorradora le permitió acumular ingentes reservas de capital, pasando a convertirse en el principal acreedor de la actual deuda pública estadounidense.
Tras la crisis de consumo en los países desarrollados del 2008, la economía China tuvo que iniciar un cambio necesario en su estructura económica de sustentarse principalmente en su sector exportador manufacturero a incentivar sus propias potencialidades internas de desarrollo. En este cambio económico  el aumento del poder adquisitivo de las clases trabajadoras para impulsar el consumo interno, le obliga  a China a competir internacionalmente mejorando su productividad, lo que supone dar un salto en ciencia e innovación tecnológica, en el diseño de productos y en la mejora continua de los procesos productivos, para alcanzar a los países con mejores estándares de productividad como EEUU, Alemania o Japón. Por otra parte, los cambios estructurales internos deberán servir para culminar la transformación de la sociedad rural a la urbana, y la construcción del Estado del Bienestar, lo que implica el desarrollo de infraestructuras y la ampliación del sector servicios.
En este proceso China se enfrenta a la contradicción de que un crecimiento económico aunque se sitúe en un 7%, a partir del grado desarrollo actual alcanzado en renta per capita (6.900$), con una población de 1.3000 millones, supone en cifras absolutas un incremento anual del volumen de consumo de recursos energéticos y materias primas que pueden tener un gran impacto medioambiental, por lo que se precisa articular un modelo de crecimiento integral que contemple todas las variables del desarrollo manteniendo un equilibrio entre las mismas. El proyecto de desarrollo de China es de una enorme complejidad. Si se tiene en cuenta que Occidente ha ido construyendo su desarrollo durante 200 años y China lo está propiciando desde la década de los ochenta del siglo XX, el objetivo de construir una sociedad modestamente acomodada  con una renta per cápita que doble la actual por encima de lo 14.000$ para la próxima década, es un desafío económico sin precedentes.
China, ha pasado a ser ya el principal actor en la formación de la economía mundo iniciada en el siglo XVI, principalmente porque es la nación que además de ser la segunda economía mundial es la que aporta mayor dinamismo en el crecimiento económico mundial, el cual puede experimentar un enorme avance con la iniciativa para la interconectividad de la Zona Económica de la Ruta de la Seda terrestre y de la Ruta de la Seda Marítima, que servirá como una plataforma para la cooperación de China con el resto de Asia, Europa y África, y en la que el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII), propuesto por China, que quedará formalmente establecido a finales de 2015 con un capital inicial suscrito de 50.000 millones de dólares USA, tendrá un papel esencial.

Actualmente en la formación de la economía mundo se producen dos impulsos diferentes: el liderado por China basado en la cooperación entre naciones en una relación de ganar-ganar todas las partes, y el liderado por EEUU basado en su hegemonía indiscutible en función de sus intereses económicos exclusivos. La iniciativa de China no teme el desarrollo de otras naciones pues se basa en la paz y la colaboración, mientras que para EEUU las naciones que se oponen a su hegemonía no deben ser prosperas, pues su fortaleza limita su poder hegemónico.
La política occidental liderada por EEUU con las grandes naciones como China y Rusia es de contención, intentado crear conflictos con las naciones vecinas instrumentalizando a sus aliados, en el caso de China con Japón y en el de Rusia con Ucrania. En las naciones rebeldes a su tutela y con un menor peso político su estrategia es debilitarlas a través de embargos, sanciones económicas, complots o intervenciones militares, una política seguida también por su aliado Israel en el Oriente Medio, siendo la región del mundo donde más éxito ha tenido esta política de devastación tras su diferentes intervenciones directas o indirectas que han dejado a Afganistán, Irak, Siria y Libia sumidas en el caos, aunque otras naciones rebeldes asediadas como Irán y Venezuela, están resistiendo la guerra económica que EEUU tiene planteada contra las mismas.
Esta política contraria al desarrollo soberano de las naciones tiene que ver con la resistencia a la perdida de la supremacía económica occidental, pues una vez que la mayoría de las naciones en desarrollo alcanzarán y sobrepasaran el umbral de renta de PIB per cápita de 14.000$, Occidente quedaría eclipsado económicamente y su rectoría de cinco siglos en la formación de la economía mundo quedaría relegada.
La única salida que tiene la mayoría de la humanidad que vive en los países en desarrollo para alcanzar su aspiración de prosperidad es oponerse a la hegemonía de cualquier nación. En ese sentido la estrategia de China de promover un desarrollo económico compartido sin hegemonías políticas sintoniza con esas aspiraciones.
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ANEXO

Distribución del PIB ($) y población mundial en el 2014 según países con renta inferior y superior a 14.000 $ per cápita, e hipótesis de distribución del PIB mundial asegurando una renta mínima a todos los países de 14.000 $ per cápita


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01/03/2015

NOTICIA.  El 27/02/2015, la Asamblea General de la ONU, en la 69ª sesión acordó, la conmemoración del 70º aniversario de la finalización de la II Guerra Mundial.

Comentario

El 70º aniversario de la finalización de la II Guerra Mundial y el revisionismo histórico

El 27/02/2015, la Asamblea General de la ONU, en la 69ª sesión, acordó la conmemoración del 70º aniversario de la finalización de la II Guerra Mundial. La resolución fue adoptada de forma unánime por los 193 miembros de la ONU. En la resolución  se incorpora el compromiso de realizar una conferencia en la segunda semana de mayo de 2015 en recuerdo de las víctimas de la guerra, y se insta a todos los países a que exploren medidas eficientes para mantener la paz y la seguridad internacionales.
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El año 2015 se cumplen setenta años del final de la Segunda Guerra Mundial y de la fundación de la Organización de las Naciones Unidas. La conmemoración de estos acontecimientos históricos en el año 2015 se realiza en un contexto en la que algunos países pretenden ofrecer una reinterpretación de los hechos que ocasionaron la mayor tragedia conocida en la historia de la humanidad y de los principios que inspiraron la fundación de la ONU para asegurar que el género humano nunca más pueda sufrir el horror de otra guerra mundial.
China y Rusia, las dos naciones que más sufrieron las consecuencias de la guerra de agresión del eje fascista formado por Alemania, Japón e Italia, se han puesto de acuerdo en realizar una solemne conmemoración que tendrá lugar en la fechas en las que el ejército alemán y japonés capitularon ante las naciones vencedoras: el 7-8-9 de mayo en las que se rendiría el ejército alemán, y el 2 de septiembre el ejército japonés. Esta conmemoración cobra especial relevancia en estas naciones para mantener viva la memoria de todas las victimas y reafirmar los principios fundacionales de la ONU frente al revisionismo histórico que dirigentes de Japón y de países del este europeo, principalmente de Polonia y Ucrania, pretenden realizar de los hechos históricos.
El revisionismo histórico por parte de Japón, tiene que ver con su nueva interpretación de la agresión que el ejército de Japón realizó contra las naciones del Oriente Asiático: modificando sus libros de texto educativos para la ocultación o negación histórica de su cruel pasado de agresión imperialista en Asia; con las visitas del primer ministro japonés, Shinzo Abe, al tristemente famoso santuario de Yasukuni en el cual se honra a 14 criminales de guerra de “Clase A” de la Segunda Guerra Mundial condenados en los denominados juicios de Tokio equivalentes a los de Nuremberg en Alemania, y la revisión emprendida de su constitución pacifista para cambiar el estatus de sus fuerzas armadas de autodefensa para rearmarse de nuevo. El negacionismo de las atrocidades cometidas por el ejército imperial japonés en China tuvo su más claro exponente en la reciente publicación en el diario derechista el Sankei Shimbun de varios reportajes con el titulo "Una ciudad vacía sin ejército o residentes", "Ni personas, ni masacre”, en los que se negaba la masacre de Nanking del 13 de diciembre de 1937 en la que fueron asesinados más de 300.000 civiles por las fuerzas de ocupación japonesas.
En Europa del Este, los actuales dirigentes políticos de Polonia y Ucrania están empeñados también en el revisionismo histórico para devaluar la contribución decisiva del Ejército Rojo Soviético en la victoria sobre la Alemania Nazi. Recientemente, en la conmemoración del 70º aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, el ministro polaco de Exteriores, Grzegorz Schetyna manipuló la liberación del mismo atribuyéndolo a  las tropas ucranianas, cuando fue el esfuerzo mancomunado del Ejército Rojo que incluía a rusos, ucranianos, chechenos, tártatos, georgianos..., quien liberó Auschwitz. En el mismo mes de enero, el primer ministro de Ucrania, Arseni Yatseniuk, durante una visita a Berlín en una entrevista con la cadena ARD, afirmó que “fue la URSS la que invadió Alemania en su ofensiva por derrotar al ejército alemán”.
Con estas afirmaciones tanto Schetyna como Yatseniuk, presentan la lucha de la URSS contra el ejército nazi con la lógica de que Rusia atacó a la "pacífica" Alemania a Polonia y Ucrania sin importar por quien estaban ocupadas; aunque paradójicamente, ambas declaraciones de estos políticos ultraderechistas son contradictorias pues, por ejemplo, quienes pusieron la bandera soviética sobre el Reichstag fueron: Melitón Kantaria, Mijaíl Yegórov y Alexéi Berest de nacionalidad georgiana y ucraniana, así que toda la responsabilidad de la “ocupación de Alemania”(según Yatseniuk) la debe asumir no solamente Rusia, sino también Georgia y Ucrania.
Estos políticos no tienen reparos en manipular el recuerdo de los soldados del Ejército Rojo, compuesto por personas de diferentes nacionalidades, cuando, para la memoria de las víctimas no hay nada más ignominioso que estos macabros juegos sobre los huesos de la historia, para alimentar una visión histórica que se degrada hasta volverse en ultranacionalismo con rasgos filofascistas, una ideología que ha pasado a ser el soporte de los actuales dirigentes ucranianos tras el golpe constitucional en febrero del 2014.
Tras setenta años los cambios históricos no debieran empañar la memoria de las victimas y la contribución de quienes dieron su vida por derrotar al fascismo, una memoria que está escrita con datos objetivos de las victimas de la guerra, que suman más de cincuenta y cinco millones de muertos entre civiles y militares. Los países con más victimas civiles fueron Rusia con siete millones; China 5,4 millones, Polonia 4,2 millones, y Alemania con 3,8 millones. Los soldados estimados muertos en combate fueron: 13,6 millones de rusos; 6,4 millones de chinos; 4 millones de alemanes; 1,2 millones de japoneses; 400.000 británicos; 400.000 italianos, y 300.000 estadounidenses*. En la conflagración militar Rusia tuvo casi tantas bajas militares como las del resto de países juntos. Este acontecimiento marco para siempre la conciencia del pueblo ruso, pues prácticamente todas las familias rusas tienen antepasados muertos en la lucha contra el nazismo.
No obstante, a pesar de la contundencia de los datos, en Occidente, en setenta años de desinformación, ha ido cambiando la percepción que de la Segunda Guerra Mundial tiene la mayoría de su ciudadanía. Según un estudio realizado por el Instituto Francés de Opinión Pública (IFOP), en Francia en mayo de 1945, el 57% de la población francesa consideraba a la URSS como la principal fuerza que contribuyó a la derrota del nazismo, y el 20% lo atribuía a EEUU, mientras que en el sondeo realizado en junio de 2004, el 58% consideraba a EEUU como la principal fuerza en la derrota del nazismo y solo el 20% consideraba que había sido la URSS. Esta contradicción entre los datos de las victimas y soldados que contribuyeron con su vida a la derrota nazi y la actual percepción occidental sobre las naciones que soportaron el peso de la guerra es fruto de un calculado esfuerzo mediático por rescribir la historia.

Los principios de fundación de la ONU basados en el respeto entre naciones y el derecho a su autodeterminación se instauraron como dramático resultado de la guerra. Con posterioridad parecían que iban a regir los destinos de la humanidad, pero la Guerra Fría los convertiría en gran medida en papel mojado al predominar la lucha interimperialista por la hegemonía mundial entre los principales triunfadores sobre el fascismo: EEUU y la URSS. La guerra de ocupación de Vietnam por EEUU y la guerra de ocupación de Afganistán por la URSS constituirían la mayor vulneración de la carta de la ONU en ese periodo, en el caso de EEUU en nombre de la "democracia" y en el de la URSS del "socialismo". Tras la desaparición de la URSS, las ambiciones hegemónicas de EEUU han continuado y son la principal causa de vulneración de los principios fundacionales de la ONU, habiendo sido en el presente siglo la invasión de Irak por esta potencia el mayor ataque a los principios de la ONU. En la actualidad, aunque  la ONU requiere una reforma organizativa que tenga en cuenta a las nuevas naciones como la India surgidas tras los procesos de descolonización, los principios fundacionales son un logro de la humanidad que deben prevalecer.
La naturaleza imperialista de las naciones es la antítesis del valor de la paz. En el pasado el Nazismo fue un régimen detestable no solamente por su naturaleza racista y genocida, sino por su naturaleza imperialista que al igual que al imperio japonés les llevó a desatar las guerras de agresión contra otros países. Los regímenes del eje fascista (Alemania, Italia, Japón) no hubieran sido tan dañinos si se hubieran circunscrito al ámbito de sus fronteras nacionales, lo que les hizo particularmente crueles fue su naturaleza imperialista. Cuando se desató la Primera Guerra Mundial no existía el fascismo, sin embargo, las ambiciones imperialistas de dominio de unas naciones sobre otras les llevó a la confrontación y a una cruenta guerra.
El imperialismo revestido bajo diferentes formas es el principal enemigo de la paz, y frente a los valores de la hegemonía justificados actualmente en base a una supuesta excepcionalidad estadounidense para regir los destinos del mundo, solo cabe oponer con fuerza los valores fundacionales de la ONU de respeto y autodeterminación de las naciones.
La revisión histórica que algunos países pretenden realizar como son los casos más claros de Japón, Polonia y Ucrania, se sustentan en partidos políticos ultranacionalistas y xenófobos. EEUU puede contemporizar con los mismos porque sabe que están bajo su tutela, e incluso los instrumentaliza para conseguir sus objetivos hegemónicos, pero lo acontecido en el Oriente Medio con la formación de un califato jihadista en territorios de Irak y Siria es una lección que EEUU y sus aliados debieran tener en cuenta, pues, en la guerra en Siria han venido apoyando a los insurgentes venidos de diferentes países que luego pasaron a formar parte del EI, y ahora esta organización se ha convertido en una fuerza genocida fuera de control que atenta contra todos los valores humanos, y a la que se ven obligados a hacerle frente.

Las ambiciones hegemónicas deben ser combatidas desde la defensa de los valores fundacionales de la ONU y el apego, sin revisionismos, a los hechos históricos que los inspiraron. Una defensa que debe ser genuina en las ideas y en la práctica. En el 70º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, las dos naciones que más padecieron la agresión de las fuerzas fascistas: China y Rusia, son ahora las más comprometidas con los valores del multilateralismo, con lo que su influencia en las naciones en desarrollo que precisan de la paz y la no injerencia para construir su prosperidad, seguirá aumentando.

* Fuente: Atlas histórico mundial. Ediciones Istmo 1986. Tomo II. pág. 240.