01/07/2019
NOTICIA. Con la asistencia de los principales
mandatarios mundiales, el 29/07/2019 finalizó la cumbre del G20 en Osaka
(Japón)
Comentario
Encrucijada en la economía mundial
La cumbre del G20 celebrada en
Osaka (Japón) los días 28 y 29/07/2019, ha supuesto un giro en la que puede ser
la evolución de la economía mundial. La cumbre de Osaka ha estado caracterizada
por la incertidumbre de como se resolverían las diferencias entre las dos principales
economías: EEUU y China.
A su término, la política de
confrontación económica iniciada por EEUU contra productos y tecnologías
chinas, ha sido la perdedora. La propuesta de China en favor del
multilateralismo y la colaboración ha encontrado un amplio consenso entre los
participantes y, en su soledad, EEUU se ha visto obligado a dar un paso atrás.
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En el periodo colonial, la
contradicción principal que movía los procesos políticos se situaba en la lucha
por la soberanía y la construcción de Estados nacionales en los territorios
colonizados. En el siglo XXI, culminados los procesos de descolonización, la
contradicción principal para estas naciones ha pasado a situarse entre
subdesarrollo y desarrollo.
Durante los procesos de
independencia las diferentes clases sociales y etnias se unirían para combatir al
poder colonial. En Asia, con la excepción de China y Vietnam, y en África, al
igual que había sucedido en América Latina en el siglo XIX, las clases sociales
locales con mayor poder económico liderarían los procesos de independencia, y
gobernarían los nuevos Estados.
La realidad económica con la que
se encontrarían estas clases sociales sería: 1. la dependencia
que tenían de las economías de las antiguas metrópolis coloniales, y 2. un acentuado
atraso de siglos en ciencia y tecnología respecto
de las naciones desarrolladas, lo cual otorgaba a éstas una ventaja en
innovación y productividad que les permitía liderar los procesos de producción
mundiales.
Las oligarquías locales que
habían liderado la independencia se rindieron a la adversidad del
subdesarrollo, anclando a su países en la dependencia
económica de los países desarrollados, fundamentada en el suministro de
materias primas.
El subdesarrollo, unió a las
oligarquías de los países desarrollados y las de los países en desarrollo en un
nuevo modelo económico, el
neocolonialismo, en el que los países desarrollados concentran la demanda económica efectiva mundial, y
los países en desarrollo sirven a la misma con materias primas y mano de obra
barata. En esta relación económica neocolonial los beneficios económicos revierten en los países desarrollados y en las oligarquías locales de los
países en desarrollo, dando lugar a sociedades duales con amplios sectores de
la población sumida en la pobreza.
Las fuerzas populares que han
accedido al poder han intentado cambiar este modelo para redistribuir los
recursos económicos, pero poco han podido hacer por superar la economía de la dependencia ante el
atraso centenario en ciencia y tecnología. Por otra parte, los países
desarrollados sabedores de su ventaja económica, se niegan a compartir los conocimientos
científico-técnicos y, los procesos de producción que deslocalizan, son los
concernientes a la manufactura.
La preservación del monopolio
científico-técnico de los países desarrollados en materia de creación de nuevos
productos y mejoras en la productividad es la raíz en la que se fundamenta el
modelo neocolonial, y mientras este monopolio perdure continuará la economía de la dependencia y la sumisión
de las oligarquías apátridas locales al poder occidental.
Sin embargo, este modelo tuvo un
serio revés en la crisis financiera del 2008. Esta crisis puso fin al
crecimiento económico mundial basado en la concentración de la demanda económica efectiva en los países
desarrollados con la elevación del consumo en su población por medio de la
creación de nuevas necesidades subjetivas económicas y la reducción de los
ciclos de consumo.
La prolongación de los efectos
de esta crisis ha sumido a las naciones desarrolladas en un escaso crecimiento
económico, y la caída de la demanda
económica efectiva global ha obligado a las economías en desarrollo,
principalmente a China, a reorientar su economía hacia un modelo de generación de la demanda basado en el
desarrollo de sus capacidades científico-técnicas, el consumo interno y la
implicación en la prosperidad de los países en desarrollo, principalmente con
la iniciativa de la nueva ruta de la seda.
El crecimiento económico mundial
se fundamenta en el incremento constante de la demanda efectiva global, y debido al retroceso experimentado en los
países desarrollados, la creación en los países en desarrollo de las
condiciones para que ésta prospere, principalmente con la creación de infraestructuras, se ha convertido en el
factor primordial para propiciar un sostenido crecimiento económico global.
Sin embargo, EEUU, sigue
enrocado en una visión política neocolonial anterior a la crisis del 2008, en
la que las naciones en desarrollo deben seguir apegadas a su estatus de suministradores
de materias primas, mientras que la demanda
efectiva debe concentrarse en los países desarrollados, principalmente en
EEUU; pero ese modelo económico está agotado y las políticas de economía
destructiva para impedir el desarrollo de competidores globales, no van hacer
volver el modelo anterior al 2008, y la persistencia en ese error solo le puede
llevar a EEUU a llegar tarde donde ya va con retraso en su participación en los
nuevos centros económicos principalmente en Asia.
El pasado 25/06/2019, el vicepresidente
chino, Wang Qishan, en una reunión con delegados extranjeros manifestó que el
interés de China es promover el desarrollo económico de alta calidad para
beneficiar al mundo. "El desarrollo
de China está estrechamente entrelazado con el del mundo" "Haremos bien lo que nos corresponde,
buscaremos abordar los problemas del desarrollo desigual y del subdesarrollo y
promoveremos el desarrollo económico de alta calidad para beneficiar al mundo".
En esta manifestación Wang
Qishan expresa la que va a ser la política de China en el futuro, una renovada
apertura hacía los países en desarrollo, con la convicción de que China está
preparada para ayudarles a romper el nudo gordiano del vasallaje tecnológico de
los países desarrollados. En este impulso, en los dirigentes chinos, no
solamente cuentan los intereses como nación, sino que responde a principios
ideológicos reiterados por sus dirigentes, de caminar hacia una civilización
global prospera, en armonía entre pueblos y naciones y respetuosa con el medio
ambiente.