26/06/2018
NOTICIA. El 28-29/06/2018, tendrá lugar
la reunión del Consejo Europeo en el que se abordará la política interior y
exterior sobre migración
NOTICIA. El 11-12/07/2018, tendrá lugar en Bruselas la cumbre de la OTAN
Comentario
La UE y
la OTAN en el problema de los refugiados de Oriente Medio y el Norte de África
Los países de la UE no han
podido establecer hasta ahora un consenso entre sus líderes sobre la forma de
abordar la inmigración irregular y la afluencia de refugiados a los países de
la UE.
En los últimos años se han ido
conformando dos corrientes de opinión en el seno de las naciones de la UE más
afectadas por la presión migratoria y de refugiados principalmente desde el
Oriente Medio y el Norte de África. Mientras los principales dirigentes de
Alemania y Francia han venido pronunciándose por un reparto equitativo de los
refugiados entre los países de la UE, otra corriente se está abriendo paso reclamando
un mayor control de migrantes y refugiados en sus puntos de llegada a las
fronteras de la UE.
La presión migratoria y de
refugiados se concentra principalmente en los países mediterráneos de la UE,
sin embargo el destino de migrantes y refugiados es principalmente Alemania y el
Norte y Centro de Europa, donde la crisis económica es menor que en los países
del Sur y las oportunidades de encontrar trabajo son mayores.
Alemania quiere evitar la
concentración de migrantes y refugiados en su territorio estableciendo desde la
Comisión Europea cuotas de distribución entre todos los países de la UE, pero
las mismas no han funcionado. Los países del Este de la UE, encabezados por
Polonia ya han manifestado su contrariedad por estas cuotas y se manifiestan
abiertamente por contener la inmigración en los puntos de acceso a la UE.
La UE nada en un mar de
contradicciones en materia de inmigración y de acogida de refugiados, pues los centros emisores principalmente Oriente
Medio y el Norte de África se encuentran en una permanente desestabilización
política que a su vez impide avanzar en su recuperación económica. La crisis
política y económica en estas regiones crea una dualidad en la motivación de la
emigración, en unos casos, se realiza por razones puramente económicas, en
otros por motivos políticos y también por ambos motivos. La difícil definición de
la causa por la que el migrante ha decidido abandonar su país hace también
imposible la separación entre la categoría de inmigrante económico y la de
refugiado político que le otorgaría según las leyes de la UE el derecho de
asilo.
Las leyes de asilo de los
diferentes países de la UE están pensadas para casos singulares pero quedan
desbordadas cuando el número de quienes lo solicitan se cuentan por decenas de
miles. La Europa progresista clama por una acogida sin límites, pero los sectores
más conservadores de costumbres y tradiciones de sus respectivos países se oponen
a estas demandas y están ganando progresivamente peso político en los países de
la UE.
La UE se encuentra con un
problema irresoluble, pues los centros emisores de emigrantes y
refugiados ubicados a las puertas de la UE están instalados en una crisis de larga duración. Un caos que la
propia OTAN a iniciativa de EEUU contribuyó a crear tras su intervención en
Libia para derrocar el régimen de Gadafi y continúa creándolo con su
implicación en la guerra de Siria para derrocar al gobierno de esa nación que
ha convertido en prioridad de su ilegal intervención militar en Siria anteponiéndolo a la lucha contra lo grupos jihadistas, los cuales según los
casos los utiliza como aliados contra el legítimo gobierno sirio.
Una vez más EEUU, ha contribuido
a crear un problema muy lejos de sus fronteras siendo otros países, en el
presente caso los de la UE, quienes padecen los efectos colaterales en forma de
cientos de miles de refugiados que escapan de la guerra y la devastación que
EEUU e Israel alientan en la región del Oriente Medio para impedir que las
naciones con gobiernos opuestos a su
tutela prosperen política, económica y militarmente.
La acogida de refugiados en
todos los casos es una medida coyuntural, pues el refugiado lo es, mientras en
la nación de la que huyó no se dan las condiciones para su retorno. La solución
estructural
para solucionar la llegada masiva de refugiados desde las costas de Libia y de
Oriente Medio pasa porque en esas regiones se alcance la estabilidad política
que permita a su vez iniciar el proceso de recuperación económica, para que los
refugiados que abandonaron sus países por la guerra puedan retornar a sus
hogares.
En la actualidad, en el caso de Siria, la creación de las condiciones para el retorno de los refugiados a su país, pasa por la victoria definitiva del ejército sirio sobre los grupos jihadistas, para establecer la paz e iniciar el proceso de recuperación económica como está sucediendo ya con la liberación por parte del ejército sirio de amplias zonas de estos grupos armados, sin embargo, la OTAN liderada por EEUU, como parte de su política en esa región de desestabilización de las naciones opuestas a su tutela y a la de Israel, persiste en perpetuar la guerra en Siria con el apoyo a los diferentes grupos jihadistas que combaten al gobierno sirio.
Como en el relato de Homero en "La Odisea", en el que Penélope tejía de día un sudario y lo destejía por la noche, en el caso de la UE, la OTAN se encargará de destejer lo que el Consejo Europeo pueda tejer.
En la actualidad, en el caso de Siria, la creación de las condiciones para el retorno de los refugiados a su país, pasa por la victoria definitiva del ejército sirio sobre los grupos jihadistas, para establecer la paz e iniciar el proceso de recuperación económica como está sucediendo ya con la liberación por parte del ejército sirio de amplias zonas de estos grupos armados, sin embargo, la OTAN liderada por EEUU, como parte de su política en esa región de desestabilización de las naciones opuestas a su tutela y a la de Israel, persiste en perpetuar la guerra en Siria con el apoyo a los diferentes grupos jihadistas que combaten al gobierno sirio.
Como en el relato de Homero en "La Odisea", en el que Penélope tejía de día un sudario y lo destejía por la noche, en el caso de la UE, la OTAN se encargará de destejer lo que el Consejo Europeo pueda tejer.
A la UE sin capacidad para
desarrollar una política exterior independiente de la dictada por EEUU para
Oriente Medio solo le queda continuar con medidas coyunturales que, debido al
creciente malestar que la afluencia de refugiados está originando en sus
respectivas sociedades, pueden terminar en tratar de contenerla en campos de reclusión
en los puntos de llegada, para su posterior expulsión.
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12/06/2018
NOTICIA. El 09/06/2018, finalizó en
Quebec (Canadá) la cumbre del G7
NOTICIA. El 10/06/2018 finalizó en Qingdao
(China) la Cumbre de la OCS
Comentario
La OCS y el G7
Los días 8 y 9 de junio, los
líderes del Grupo de las Siete economías más industrializadas (G7), mantuvieron
su 44º reunión en Quebec (Canadá). El G7, nació para coordinar las políticas
macroeconómicas globales, pero tras la crisis financiera del 2008, esta función
ha venido recayendo principalmente en el G20. La presente cumbre del G7, ha
sido, tal vez en su larga historia, la primera que se ha celebrado en medio de
notorias discrepancias, debido a la decisión de EEUU de imponer aranceles a las
importaciones de acero y aluminio procedentes de Canadá, México y la Unión
Europea, y su negativa a la implementación del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático. Al término de la cumbre,
los siete Estados emitieron un comunicado conjunto que resumía las diferencias
de Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón y Reino Unido, de un lado, y
Estados Unidos, del otro. Con posterioridad el presidente Donald Trump,
resentido por unas declaraciones que consideró inapropiadas del primer ministro
canadiense, Justin Trudeau, sobre las políticas proteccionistas de EEUU,
anunció su retirada del comunicado suscrito.
Con un día de diferencia, ha tenido lugar el 9 y 10 de junio, en Qingdao (China)
la XVIII Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái
(OCS) que fue establecida el 15 de junio de 2001 en Shanghái por Rusia, China,
Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán, a la que en el año 2017 se
incorporaron la India y Pakistán constituyendo la presente cumbre la primera en
la que estas naciones participan de pleno derecho. La OCS, nació con el
objetivo de coordinar las políticas en el espacio asiático de lucha contra el
terrorismo, sin embargo, con el paso del tiempo, la
OCS, ha avanzado en la coordinación en defensa y políticas económicas,
principalmente en el proyecto euroasiático surgido a iniciativa de China de la
Nueva Ruta de la Seda que aspira a unir el desarrollo económico de Oriente y
Occidente. La cumbre ha finalizado con un amplio consenso de los principios que
deben inspirar a la organización basados
en el denominado espíritu de Shanghái de respeto mutuo y colaboración, que han
alcanzado un nuevo nivel al establecer una guía práctica para estimular el
desarrollo económico compartido del conjunto de naciones que en la actualidad
forman la OCS, a las que se sumarán las naciones que tienen el estatus de
Estados observadores: Afganistán, Bielorrusia, Irán y Mongolia, y las que están
en calidad de socios en el diálogo: Armenia, Sri Lanka, Nepal, Camboya, Turquía
y Azerbaiyán.
Tanto el G7 como la OCS son
organizaciones con dos visiones del mundo diferentes. El G7 representa a las
economías desarrolladas más importantes que desde la Segunda Guerra Mundial han
regido los destinos de la economía
mundial, mientras que la OCS, al igual que los países BRICS, son
organizaciones emergentes que agrupan a los principales países en desarrollo.
La crisis financiera global del 2008, abrió para ambas organizaciones una nueva
etapa en la economía mundial.
En los países desarrollados puso
fin al modelo neoliberal de crecimiento económico global por elevación del consumo
concentrado en las sociedades desarrolladas debido al apalancamiento financiero
de prestamistas y consumidores, y en los países en desarrollo abrió la
coyuntura en la que su prosperidad ya no podía depender del modelo consumista
de los países desarrollados, lo que les llevaría a los principales países en
desarrollo a tener que afrontar el desafío de construir sus economías en base a
la promoción de la innovación científico técnica y la construcción de
sociedades propias de consumo, un camino en el que China se está adentrando de
forma exitosa.
Los países industrializados,
incapaces de iniciar un nuevo ciclo consumista en la magnitud que les hubiese
permitido un crecimiento económico del que detraer los recursos fiscales para
afrontar sus gastos estatales y a las empresas aumentar la producción, ha derivado en una situación de progresivo
endeudamiento de los Estados y de concentración empresarial y financiera en la
que las empresas menos solventes son absorbidas por las más fuertes.
Mientras no exista crecimiento
económico por encima de las mejoras de la productividad que la economía
competencial impone (producir los mismos productos en cantidad y calidad con menos mano de obra), que se puede situar en un crecimiento del PIB anual por
encima del 3%, no se produce aumento de las horas de producción, y por lo tanto, la creación de empleo solamente puede venir de una distribución de las horas de
trabajo que se realiza con una creciente precarización de las condiciones
laborales.
Esta situación ha derivado en
los países industrializados en un enfrentamiento entre la clase financiera y la
clase industrial, que ha tenido su máxima expresión en EEUU con la llegada al
gobierno del partido republicano presidido por Donald Trump. La clase
financiera de los países desarrollados ha ido perdiendo su raigambre nacional.
La existencia de los paraísos fiscales, les ha permitido evadir sus
responsabilidades fiscales y han hecho de la economía especulativa, en la que
han incluido las deudas soberanas de los estados, la base de su negocio. Pero
ello, no crea riqueza sino que apalanca a los Estados en sus deudas y les
impide desarrollar políticas económicas industriales, a la vez que la riqueza
monetaria se concentra globalmente en pocas manos y se ubica en los paraísos
fiscales y la banca en la sombra.
Dentro de estas contradicciones
EEUU ha apostado por una política que le permita reactivar el sector industrial
en su propio territorio. La política de deslocalización que tan buenos réditos
le otorgó a la clase empresarial estadounidense antes de la crisis del 2008,
ahora se ha vuelto en su contra como un boomerang, y la política proteccionista
de imponer aranceles al acero y al aluminio y, tal vez, en un futuro próximo a
la importación de automóviles, tiene como finalidad tratar de revitalizar la
producción nacional estadounidense y aumentar el poder de la clase empresarial
industrial con un marcado sesgo patriótico, frente a la globalista clase
financiera representada en EEUU por el partido demócrata y los principales
medios de comunicación. En definitiva, la administración estadounidense, al no
existir crecimiento económico suficiente para todos, pretende acaparar el mismo
a costa de sus socios del G7.
Pero ni EEUU, ni el G7 están ya
solos en el mundo para determinar la marcha de la economía global. El hecho de
que concentren la mayor parte del PIB mundial, y que EEUU domine el sistema
monetario mundial, ya no puede evitar que las potencias en desarrollo puedan
marcar su propio camino de crecimiento económico; en ese sentido, la proyección
de la OCS en el espacio euroasiático ya no depende de la marcha de las
economías desarrolladas sino principalmente de: la modernización de las
economías de las naciones más importantes que forman la OCS; del comercio entre
las mismas; la conectividad en infraestructuras; el paso hacia sociedades de
consumo, y la planificación y coordinación de iniciativas económicas en el
espacio euroasiático.
Aunque las economías del G7
siguen liderando las ratios de productividad técnica y la innovación científico
técnica, los principales países de la OCS, principalmente China, acortan
diferencias en ambos campos, y debido a que parten de unos salarios más bajos
cada avance en la productividad y la innovación les convierte en competidores aventajados en el
mercado global.
Agotado pues, el modelo de
crecimiento económico global por elevación del consumo de las sociedades
desarrolladas, el desarrollo de los países en desarrollo es la apuesta del
futuro del crecimiento de la economía mundial, y en ello deberán concentrarse
las principales potencias económicas emergentes. En la medida que las naciones
en desarrollo avancen, sus economías dependerán menos de las economías de los
países desarrollados, y el modelo neocolonial vigente desde hace medio siglo
regido por el G7 se irá eclipsando, sin que el poder militar que concentran
tampoco pueda impedirlo.
La comparación en materia
económica, demográfica y militar del G7 y de la OCS, ofrece una perspectiva de
los cambios que se avecinan en el espacio euroasiático y con ello en la
economía mundial.
Fuente: The World
Fact-book Central Intelligence Agency. USA.
Elaboración propia
Nota: El billón corresponde al sistema europeo (un
millón de millones), denominado en el sistema estadounidense como trillón.
La tabla se ha
estructurado para presentar una comparativa económica del G7 y la OCS, y de
ambas organizaciones con el conjunto económico mundial.
Considerando el
valor económico medido por el PIB nominal, el G7 en el año 2017 concentraba
36,6 billones de dólares por 16,4 billones la OCS. Con relación al conjunto mundial,
el G7 agrupaba el 45,9% del valor económico global y la OCS el 20,6%; sin
embargo, considerando el valor económico por el poder adquisitivo interno de
compra de cada nación (PIB - PPA), el G7 y la OCS tienen una participación casi
equivalente en la economía mundial con un porcentaje del 30,6% y 30,2%
respectivamente.
El PIB nominal
refleja el valor económico de cada nación en dólares estadounidenses en el
mercado internacional, por ser esta divisa la utilizada preferentemente para
las transacciones internacionales, mientras que el PIB - PPA refleja el valor
económico en el mercado interno de cada nación respecto del dólar, por ello
EEUU es la única nación que la relación entre el PIB nominal y el PIB-PPA es
igual a 1, mientra que en el resto de naciones
esta relación es diferente. En los países del G7 la relación entre ambos modos
contables es de 1 a 1,1 mientras que en el conjunto de la OCS es de 1 a 2,3; siendo
en las tres economías más importantes de esta organización: China 1 a 1,9;
Rusia 1 a 2,7 y la India 1 a 3,9.
Debido a esta
diferencia, la renta per cápita por ser un valor utilizado para medir el poder
adquisitivo medio de la población de una nación es más indicado calcularla en
PIB-PPA per cápita. En el ámbito del G7, la renta media en PIB-PPA es de 50.671
dólares estadounidenses y en el de la OCS de 12.496-$, siendo Rusia quien
detenta un mayor poder adquisitivo per cápita con 28.169 $ de PIB-PPA.
Estas
diferencias adquisitivas pueden inducir a pensar que las economías del G7
debieran tener un mayor dinamismo económico, pero no es así, y ello se refleja
en el porcentaje de crecimiento de las diferentes economías. El crecimiento
económico del conjunto del G7 se situó en el año 2017 en el 2%, mientras el de
la OCS fue del 6,3%, que en cifras absolutas supusieron una aportación al PIB
mundial por parte de los países del G7 de 738.000 millones de dólares, y de
1.026.190 millones por parte de los países de la OCS.
El conjunto de
la economía mundial creció ese año 2.785.300 millones de dólares, por lo que la
aportación al crecimiento del PIB mundial del G7 fue el 26,5%, mientras que la
aportación de los países de la OCS fue el 36,8%, siendo la aportación más
importante la realizada por China con 811.920 millones de dólares que
representó el 29,2% del total del crecimiento del PIB mundial.
Estas
diferencias en el crecimiento de la economía mundial es una tendencia que en
todas las proyecciones económicas realizadas tanto por el FMI como por el Banco
Mundial reflejan que se va a mantener constante en el tiempo, lo cual implica
que en los próximos años se irá produciendo un cambio gradual en la
conformación de la economía mundial.
El alto poder
adquisitivo de los países del G7 ya no va a ser quien concentre casi
exclusivamente el crecimiento económico mundial como lo ha venido siendo desde
el siglo XIX, primero con el modelo colonial y desde la segunda Guerra Mundial
con el modelo neocolonial, sino que los países emergentes y particularmente el
espacio euroasiático irán ganando un marcado protagonismo.
El modelo de
crecimiento económico de los países desarrollados está limitado porque como ya
mostró la crisis financiera del 2008, no es posible reeditar un ciclo
consumista basado en un 20% de la población el cual precisaría generalizar la
segunda vivienda a la mayor parte de la población y reducir los ciclos de
renovación de automóviles y de otros bienes de consumo a periodos de tiempo más
cortos. A ello se viene a sumar la concentración de la riqueza y su ocultación
y evasión en paraísos fiscales y la banca en la sombra amparada en una
desregulación financiera internacional, que impide a los Estados actuar
fiscalmente contra sus poseedores para propiciar una redistribución de la misma
con el fin de estimular la demanda efectiva de las clases medias.
De manera
diferente, el crecimiento de los países de la OCS no se fundamenta en la
adquisición de bienes de consumo prescindibles en una situación de crisis como
la segunda vivienda o la renovación compulsiva de artículos de consumo, sino
que el crecimiento económico se sustenta en necesidades perentorias como el
acceso a la primera vivienda, la dotación de infraestructuras y la construcción
del Estado de Bienestar sobre una población de 3.070 millones que representa el
41,5% de la población mundial, frente a los 763 millones de los países del G7
que solamente agrupan el 10,3%.
Los cambios en
la economía mundial generan en los países del G7 sinergias encontradas en el
seno de las fuerzas fácticas políticas, financieras y militares, lo que crea
confusión en las políticas a seguir. Mientras que unos apuestan claramente por
participar en los cambios económicos que se están produciendo en el espacio
euroasiático apoyando como es el caso de los países de la UE, la iniciativa de
la Nueva Ruta de la Seda, EEUU y Japón, le han dado la espalda a la misma.
EEUU, es la
nación que por no tener nada que ganar con los cambios en la economía mundial,
con más firmeza se resiste a los mismos. La magnitud de su economía, su control
del sistema monetario internacional y su poderosa fuerza militar, le permiten,
como lo está haciendo la nueva administración republicana, maniobrar para
intentar evitar que los cambios económicos se produzcan, pero ello ya no es
posible, la economía global tiene una regla básica de la cual no es posible
sustraerse, y es la ley de que para que funcione tiene que ser rentable, y para
mantener la tasa de ganancia necesita de un crecimiento constante, como mínimo
por encima de las mejoras competenciales en productividad que año tras año se
introducen en la economía mundial.
La fuerza
militar de poco sirve para combatir esta ley económica. En la primera mitad del
siglo XX, las potencias económicas como Alemania y Japón lo hicieron
implementado el proteccionismo económico e intentando crear áreas
geo-económicas exclusivas a través de la expansión fuera de sus fronteras, que
devinieron en las dos Guerras Mundiales, pero los tiempos han cambiado, y si
entonces la guerra no acabó con el modelo económico competencial mundial, ahora
la misma, en una economía global se ha convertido en un anacronismo que la
descarta como forma de cambiar la marcha de la economía mundial.
Fuente: The World
Fact-book Central Intelligence Agency. USA.
Elaboración propia.
El enorme gasto
militar que EEUU dedica todos los años a mantener su despliegue militar global
que representa el 36% del gasto militar mundial,
también se está convirtiendo en un anacronismo sustentado en la falsa ilusión
de perpetuar un imperio que se resiste a adaptarse a los nuevos tiempos e
integrarse en un modelo económico global basado en una relación entre naciones
de ganar ganar, en lugar de que unas pierdan para que otras ganen.