Octubre 2012



24/10/2012

NOTICIA. El director de la Oficina de Intereses de Egipto en Irán, Jalid Emara, ha expresado el respaldo de El Cairo a los derechos legítimos de Teherán a acceder y desarrollar tecnología nuclear con fines pacíficos

Comentario

La incógnita de las relaciones internacionales de Egipto

Las declaraciones de Jalid Emara, se encuentran en sintonía con las declaraciones realizadas en Junio, tras su elección, por el presidente de Egipto Mohamed Morsi a la prensa Iraní  “Es necesario restablecer las relaciones con Irán sobre la base de ventajas recíprocas. Esto, que es parte de mi programa de gobierno, contribuirá a garantizar un balance estratégico en la región”.
Irán rompió sus relaciones con Egipto después de que el presidente egipcio Anwar el-Sadat y el primer ministro del régimen israelí Menachem Begin, el 17 de septiembre de 1978, firmaran los acuerdos de Camp David, y tras ofrecer asilo al depuesto monarca de Irán, Mohamad Reza Pahlavi. Desde aquel entonces, ambas naciones han venido manteniendo relaciones diplomáticas a través de oficinas especiales, las cuales, desde la llegada de Morsi a la presidencia de Egipto, están aproximándose, siendo Irán quien más interesada está en normalizar las relaciones con El Cairo, e incluso en darles un carácter preferente. El viceministro de defensa de Irán declaró recientemente que su país busca más cooperación militar con Egipto. “Estamos dispuestos a ayudar a Egipto a construir reactores nucleares y satélites”.
Según un sondeo realizado por la organización Israel Project, entre 812 ciudadanos egipcios, la mitad mujeres, el 65% de los encuestados apoya la decisión de renovar las relaciones entre Egipto y la República Islámica, y el 61% está a favor del programa nuclear de la nación persa, lo que supone un 20% más que en 2009, considerando el 62% de los encuestados que Irán y su presidente son amigos de Egipto. Asimismo el sondeo reveló que el 87% de la población egipcia quiere que Egipto tenga capacidad para desarrollar energía nuclear.
Además de la actitud de los egipcios hacia Irán, el sondeo incluía preguntas sobre su opinión sobre el Estado de Israel, en el mismo, el 74% de los entrevistados señalaron que desaprueban  tal y como están concebidas las actuales relaciones de Egipto con Israel, lo que representa un incremento de un 48% desde 2009. Además el 77% señalan que el acuerdo de paz con Israel no es útil y tiene que ser cancelado.
Según Josh Block, el director general de Israel Project, la organización patrocinadora del sondeo, con sedes en Washington y Jerusalén, los resultados de la encuesta son “peligrosos” para Israel.

Actualmente Egipto vive una situación de transición política y, por ello, es poco probable que mientras dure la misma, el gobierno actual dé pasos firmes en definir una doctrina en sus relaciones internacionales, que con toda probabilidad, no será continuista de la protagonizada por el depuesto Mubarak.
El régimen de Mubarak no solo unció su política exterior a los dictados de EEUU e Israel, sino que mantuvo un modelo económico neocolonial, sin emprender acciones para el desarrollo de las capacidades innovadoras de Egipto. Si bien, hasta ahora, todos los países árabes, siguen bajo un sistema neocolonial. Las élites gobernantes que protagonizaron la independencia tanto de signo conservador como laico, solo  procuraron desarrollar un modelo económico en función de sus particulares intereses, que coincidían plenamente con el modelo neocolonial sujeto a la demanda de los países industriales basada en el suministro de materias primas y la promoción del turismo. Este modelo a lo largo de los años ha ido excluyendo socialmente a gran parte de la población del sistema económico, que en los casos de las ricas monarquías del golfo se ha mitigado subsidiando a la población para evitar el descontento social, pero en el caso de Egipto, estas bolsas de población viven en la exclusión y la marginación social. Por otra parte, la dependencia occidental también les ha llevado particularmente a las monarquías árabes a depender militarmente de EEUU, que es quien suministra el armamento.
La independencia de Egipto a la hora de establecer unas relaciones internacionales va a depender en gran medida de su capacidad para superar el modelo económico neocolonial y modernizar el país desarrollando sus propias fuerzas en la innovación científica y tecnológica. La posibilidad de que Egipto en un futuro apueste por el desarrollo científico para la generación de energía nuclear con fines pacíficos sería un paso en esa dirección que le devolvería sus estatus de potencia regional, anulada en los años del régimen de Mubarak.
En la región del Oriente Medio solamente Irán ha sido capaz de desarrollar una economía con avanzadas realizaciones tecnológicas que se manifiestan tanto en el campo civil como militar, por ello, es considerado un enemigo a batir por Israel. En el caso de que Egipto apueste decididamente, tal y como lo pide la ciudadanía, por recuperar su estatus de potencia regional, obligaría a Israel a tener que cambiar su política de potencia rectora indiscutible en la región, por una política de paz y buena vecindad. Aunque por ahora en los dirigentes de Israel, imbuidos ideológicamente en la creencia de ser el pueblo elegido por Dios, tal cuestión no figura en su agenda y, por ello, pretenderán por todos los medios apartar a Egipto de sus pretensiones de caminar con paso propio tanto en su desarrollo científico técnico como en sus relaciones internacionales.

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16/10/2012

NOTICIA. Con el galardón en economía otorgado por el Banco Real de Suecia terminó el ciclo de premios Nóbel del 2012

Comentario

El síndrome de Narciso *

Desde el inicio de la extensión del poderío de las potencias occidentales en ultramar a partir del siglo XVI, Occidente no ha dejado de mirarse en su propio reflejo y auto-admirarse de la civilización que estaba construyendo. La revolución industrial y las revoluciones liberales en los siglos XVIII y XIX supusieron un impulso en la perfección de su imagen, el mundo Occidental pasó a encarnar la civilización avanzada, la historia del mundo se escribía en Europa, mientras el resto del mundo, era un conglomerado de pueblos atrasados.
Estos pueblos fascinados por occidente quisieron seguir su estela, pero Occidente incapaz de considerarlos como iguales los repudió y los condenó a ser pueblos colonialmente sometidos que tenían que contribuir con su esfuerzo y servidumbre a la gloria de las metrópolis europeas que constituían el centro político y económico mundial.
Las naciones colonizadas después de la independencia, comprobaron que, si bien habían podido conseguir la victoria militar derrotando a los poderosos ejércitos coloniales, no podían alcanzar los beneficios de una civilización industrial pues carecían de conocimientos y recursos para ello.
Las élites de las nuevas naciones descolonizadas, de nuevo, fascinadas por el desarrollo industrial occidental quisieron alcanzar esa meta, pero otra vez los países industrializados los repudiaron como iguales y a cambio de su apoyo tecnológico y de ofrecer sus mercados, les impusieron la condición de la subordinación política y que sus economías se estructuraran en función de la demanda efectiva de las metrópolis industriales, ello conformó las nuevas relaciones neocoloniales.
A finales del siglo XX más del 70% del consumo mundial se realizaba en los países industrializados cuando éstos apenas representaban el 20% de la población mundial. La estructura económica de los países en desarrollo se fundamentada en la explotación extensiva de recursos agrarios y de materias primas destinadas a satisfacer la demanda Occidental. Este modelo económico expulsó del campo a cientos de millones de campesinos hacinándolos en suburbios periféricos de las grandes ciudades. Las ciudades millonarias en habitantes en los países en desarrollo comenzaron a ser más numerosas que en Occidente. El neocolonialismo en la segunda mitad del siglo XX, implantó la desigualdad y la exclusión social de amplias capas de la sociedad en los países neocolonizados
De manera diferente, el siglo XXI está comenzando a ver la emergencia de naciones en desarrollo que son capaces de ir avanzando en la construcción de economías con capacidad para la innovación tecnológica propia, la articulación de mercados internos económicamente inclusivos y la solvencia financiera para emprender proyectos de desarrollo autónomo. Esta tendencia liderada por China en Asia Oriental; Brasil en Sudamérica; India en Asia Meridional; Sudáfrica en África meridional, y Rusia en el espacio euroasiático, está rompiendo la hegemonía neocolonial Occidental, y tras la crisis del 2008, están contribuyendo a que otros países puedan ir saliendo de la servidumbre neocolonial a la que les ha sometido Occidente durante el último medio siglo, al poder elegir entre socios comerciales.
Pero, en este nuevo tiempo, los países emergentes no alcanzarán su desarrollo integral pleno mientras no lideren ante la humanidad una nueva cultura universal opuesta a la supremacía y basada en la igualdad de todas las naciones. Mientras tanto, Occidente incapacitado, cual Narciso, para la fraternidad, seguirá haciendo de sus valores la "civilización", donde el resto de naciones tienen acomplejadamente que mirarse, en la consideración de que el mundo precisa de unas pocas naciones rectoras superiores para guiar el destino de la mayoría de la humanidad.
Los premios Nóbel han venido siendo el exponente del Narcisismo Occidental, que le recuerda con sus galardones al resto del mundo, la superioridad política, científica y cultural occidental. A veces, los premios Nóbel singularmente pueden concederse a personas de países en desarrollo para intentar mostrar una supuesta naturaleza universal de los mismos. Los criterios que se siguen para otorgarlos no se basan en los principios de respeto entre naciones recogidos en los principios de la ONU, ni en los valores de buscar la fraternidad, tal y como lo mencionó expresamente Nóbel en su testamento** sino que pretenden reafirmar los valores de la supremacía occidental, incluso con patéticos premios como el de la Paz al presidente de la nación que mas gasta en armas del planeta, o a la UE que acoge a las agresivas potencias de la OTAN.
En los países emergentes, tal vez, por la tradición histórica de haber vivido bajo la fascinación de la preponderancia occidental tienden todavía a darle a estos premios Occidentales un valor universal cuando no los tienen.
En el agitado mundo en transformación del siglo XXI, la construcción de una cultura de valores universales está por desarrollar. El hecho de que Occidente los monopolice, muestra que las potencias emergentes y los países en desarrollo tienen todavía un largo camino por recorrer en la definición de una cultura universal que priorice los valores de la paz, la igualdad entre naciones y la fraternidad entre todo el género humano, en contraposición a los valores occidentales de la supremacía mundial en la que fundamenta su hegemonía militar.

 Eco y Narciso
pintura de Placido Costanzi
*En la versión del relato mitológico contado por Ovidio, Narciso es un apuesto y vanidoso joven capaz de seducir por su belleza pero incapaz de amar, y por ello repudia el amor de la ninfa Eco. Narciso al acercarse para beber en un arroyo cristalino queda fascinado por la belleza de su propio reflejo enamorándose de la misma, sin atreverse a beber por miedo a dañar su imagen e incapaz de dejar de mirarla muere contemplando su reflejo, donde crece la flor que lleva su nombre.

** Nóbel en su testamento explicita en uno de sus argumentos que el premio de la Paz debe ser otorgado a: quien haya laborado más y mejor en la obra de la fraternidad de los pueblos.


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10/10/2012

NOTICIA. El Rey de España inicia conversaciones privadas con empresarios catalanes para conocer de primera mano la paulatina escalada del discurso soberanista en Cataluña

Comentario

España. Un nuevo pacto constitucional

Cada 11 de septiembre Cataluña celebra el día de la Diada o día de la nación catalana que recuerda que un día como ese de 1714 Barcelona cayó en manos de las tropas borbónicas al mando del duque de Berwick tras catorce meses de sitio durante la Guerra de Sucesión Española entre la dinastía de los Austrias y la de los borbones, con la consiguiente abolición de las instituciones catalanas tras la promulgación de los Decretos de Nueva Planta, en 1716.
El pasado 11 de septiembre los catalanes en una manifestación convocada en Barcelona por la asociación independentista, Assemblea Nacional Catalana (ANC), congregó a millón y medio de asistentes, según la policía urbana. La población total catalana es de siete millones y medio de habitantes en un territorio de 32.106  km² el (6,3%) del territorio español.
El presidente del gobierno autonómico catalán Artur Mas de la formación política nacionalista Convergència i Unió (CiU), tras la manifestación, y el fracaso en su negociación con el gobierno central español en sus demandas de autonomía fiscal, convocó elecciones anticipadas al gobierno autonómico de Cataluña, anunciando que si los catalanes respaldaban ampliamente al actual gobierno en su objetivos de creación de un Estado Catalán convocaría un referéndum de autodeterminación en Cataluña.
El gobierno español del Partido Popular ha deslegitimado esa propuesta por considerarla ilegal, pues según la constitución española Cataluña carece de competencia para convocar un referéndum de esas características, y la única soberanía recogida en la Constitución es la del conjunto del pueblo español.
Además el gobierno español se ha aprestado a reforzar los muros legales para impedir que el referéndum anunciado por Artur Mas se lleve a cabo. El día 9 el Congreso español rechazó con 276 votos en contra y 42 a favor una iniciativa catalana para transferir a Cataluña la competencia para convocar un referéndum de autodeterminación sin autorización estatal. El día 7 el gobierno español pidió a la Comisión Europea (CE) que la UE sea explicita en la demanda de la posible independencia de Cataluña de "conformidad con los tratados”, aunque la UE ya dio respuesta hace años a la posibilidad de la secesión de una región de un Estado miembro. La UE, en respuesta a una pregunta formulada por un eurodiputado británico en 2004, aclaró que "una región independiente nueva se convertiría, por el hecho de su independencia, en un país tercero respecto a la UE, y los tratados no se aplicarían desde el día de su independencia". Así, ese posible Estado, si quisiera formar parte de la UE, tendría que presentar una solicitud de adhesión que tendría que ser aceptada por unanimidad por el Consejo Europeo, que reúne precisamente a los jefes de Estado y de Gobierno de cada Estado miembro. O sea, cualquier país miembro de la UE, en este caso España, podría vetar el ingreso de un nuevo miembro.
El gobierno Español ni siquiera contempla ese escenario pues entiende que la UE no aceptará una hipotética secesión de Cataluña u otro territorio que no haya sido decidida por el conjunto del pueblo español, amparándose en el artículo 4.2 del Tratado de la UE, que puntualiza que sólo sería legal una secesión pactada, y que la actual Constitución española impide la independencia unilateral de una parte de la nación, porque la soberanía de España corresponde al conjunto del pueblo español.
Las demandas catalanas tienen su origen en la reivindicación de un estatus de autogobierno fiscal similar al que gozan constitucionalmente el País Vasco y Navarra, basado en los derechos forales históricos, derechos que paradójicamente quedaron garantizados en estos territorios en 1714 en la misma guerra de sucesión dinástica entre los Austrias y los Borbones que Cataluña los perdió por su apoyo a los Austrias, mientras que las provincias vascongadas y Navarra se beneficiaron de su apoyo a la dinastía de los Borbones. En el siglo XIX la defensa de estos derechos históricos en los territorios vasco-navarros fueron defendidos en varias guerras frente a los intentos liberales de poner fin a los mismos. Tras la guerra civil española con la victoria de la dictadura del General Franco, las Vascongadas  perdieron este fuero por apoyar la causa de la Segunda República, mientras que Navarra debido al apoyo a la insurrección militar mantuvo el mismo. La constitución de 1978 devolvería este fuero a las provincias Vascongadas, mantendría el de Navarra, pero Cataluña aunque vio restablecida sus instituciones autonómicas no consiguió que se reparara plenamente el agravio histórico.
Para el gobierno español, el que Cataluña gozara de un estatus fiscal autónomo, no es viable desde el punto de vista de la sostenibilidad de los gastos del Estado Español, pues, debido a la importancia económica de Cataluña, sin la aportación catalana al Estado, sería imposible mantener los estándares de gasto del Estado en otras comunidades autónomas de España.
La crisis económica del 2008 ha venido a complicar este contencioso fiscal, pues Cataluña es una de las Comunidades Autónomas más endeudadas y el gobierno autonómico ha tenido que realizar dramáticos recortes en gastos sociales para ajustar sus cuentas. La percepción de la mayoría de la sociedad catalana es que si Cataluña no realizase aportaciones al Estado para financiar gastos fuera de Cataluña, el gobierno catalán tendría recursos suficientes para evitar los recortes en gastos sociales. La negativa del gobierno Español a negociar una autonomía fiscal para Cataluña ha abierto las puertas a un aumento en la ciudadanía catalana de la demanda de independencia de Cataluña de España.
Otra comunidad que sigue la estela catalana es la comunidad autónoma del País Vasco. Si bien, la misma goza de autonomía fiscal su tradición independentista es más fuerte que la catalana. El fin de la lucha armada de ETA ha permitido la incorporación a la contienda electoral a la corriente independista de izquierdas a la que hay que sumar el Partido Nacionalista Vasco (PNV) con una concepción gradualista en su objetivo de profundizar en el autogobierno vasco. En esta comunidad autónoma, la más avanzada tecnológicamente de España, también la crisis económica está reforzando el sentimiento soberanista ante el desplome económico de las regiones del Sur y Este de España.
La constitución de 1978, alumbrada en un pacto entre las fuerzas de la dictadura franquista y las fuerzas democráticas opositoras, tras cuarenta años de dictadura franquista, restauró  la monarquía borbónica dándole a la misma la titularidad de la jefatura del Estado y su continuidad por vía hereditaria. La monarquía ha jugado un papel político de bajo perfil, a pesar de que el Rey constitucionalmente concentra grandes poderes, entre ellos el de Jefe de las fuerzas armadas. Las tendencias soberanistas catalana y vasca no se identifican con la monarquía pues la misma encarna la unidad a ultranza de España, y con el avance de las mismas el distanciamiento es progresivamente mayor, hasta el punto que la monarquía goza de escaso crédito político tanto en Cataluña como en el País Vasco.
La monarquía borbónica española ha ido viendo su ocaso desde el siglo XIX. En las primeras décadas de ese siglo, bajo Fernando VII, se independizaron los territorios americanos de la corona española, excepto Cuba que paso a manos de EEUU con Filipinas a final de ese siglo en el reinado de Alfonso XIII; bajo la dictadura franquista se independizó Marruecos y Guinea Ecuatorial y el Sahara Español pasó a manos de Marruecos, y ahora con Juan Carlos I, se corre el riesgo de que Cataluña y el País Vasco abandonen España. Con ello, la dinastía borbónica habría pasado de ser el imperio mundial donde “jamás se ponía el sol”, recordado el 12 octubre en España, a convertirse en meros reyes de Castilla y poco más. Cuestión que ningún Rey, solamente por el estigma histórico que supondría tal acontecimiento, puede admitir.
La persistencia, en la confrontación entre los partidos de ámbito español contra las demandas soberanistas vascas y catalanas, y la insistencia de los partidos nacionalistas vascos y catalanes a favor de las mismas acentúa las tendencias políticas centrifugas hacia el desmembramiento institucional del Estado. En esta confrontación, la ciudadanía del centro y sur de España se inclina por acabar con los sistemas autonómicos e imponer un Estado centralizado, los cual exacerba más los ánimos soberanistas en el País Vasco y Cataluña.
La constitución de 1978 tras 34 años de existencia está haciendo techo, pues la crisis institucional abierta en Cataluña y la crisis económica se retroalimentan mutuamente y en la medida que la crisis económica continúe la crisis institucional irá cobrando fuerza.
La única manera de reconducir la situación es alcanzar un nuevo pacto constitucional para una articulación del Estado español donde queden reflejadas las aspiraciones tanto de las nacionalidades y territorios históricos como del resto de comunidades de España. El mejor sistema sería que las nacionalidades históricas basaran su relación con el Estado en la figura del pacto entre partes revisable cada ciertos años, figura jurídica que en un contexto histórico diferente ya regía, por ejemplo, en la relación de Navarra con los soberanos españoles, de la cual solo ha quedado la figura del convenio económico en los asuntos fiscales.
No obstante, el temor a iniciar una reforma de la  constitución española es muy grande pues los fantasmas de que tal reforma, en un contexto de crisis económica, pueda derivar en un proceso constituyente en el que pudieran aflorar otras cuestiones constitucionales como la necesidad de que el jefe del Estado deba ser electo y no hereditario, están presentes, y con ello, la posibilidad de desatar un proceso republicano también, temores que en el siglo XXI resultan anacrónicos pues la figura de un jefe del Estado Español electo uniría más a las comunidades españolas que la figura de un rey donde de facto no es reconocido ni en Cataluña ni en el País Vasco.
Los partidos opositores al gobierno del PP de ámbito Estatal, particularmente el PSOE e Izquierda Unida (IU) hasta ahora no están ofreciendo ninguna alternativa a esta crisis institucional, y este vacío también acentúa la deriva soberanista de Cataluña y el País Vasco. Sus posiciones políticas en este aspecto así como en lo relativo a las consecuencias sociales de la crisis económica no van más allá de la pura queja y lamento, pues aunque ha llegado el momento de liderar un nuevo proyecto constitucional ante la ciudadanía, temen que las propuestas alternativas "radicales" les alejase de una ciudadanía que no demanda, por si misma, cambios políticos constitucionales profundos. Esta forma oportunista de actuar en clave electoralista de estas formaciones políticas, haciendo dejación de su responsabilidad de liderar proyectos institucionales nuevos en tiempos de crisis, impide el surgimiento de iniciativas políticas desde el centro político para una nueva articulación del Estado que pudieran ser receptivas a las demandas vascas y catalanas, con ello, el deterioro institucional seguirá avanzado, a la vez que lo hace la crisis económica.

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08/10/2012

NOTICIA. Hugo Chávez gana las elecciones presidenciales en Venezuela. El opositor Capriles Radonsky  reconoció su derrota en las urnas

Comentario

El alba americana

Los resultados de unas elecciones de un país de reducidas dimensiones como es Venezuela, con 28 millones de habitantes, pocas veces en la historia habían polarizado tan singularmente la atención mundial.
Los postulados políticos y sociales del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), definidos como Socialismo del Siglo XXI, se han ido fundamentando sobre el rechazo al declive latinoamericano fruto de pasadas dictaduras y políticas neoliberales que habían sumido a este continente en el atraso tecnológico, la pobreza y la exclusión social de amplias mayorías sociales, cuando es un continente que cuenta con amplias riquezas naturales para su explotación económica y, por otra parte, se basan en la construcción de una realidad de economía inclusiva para toda la población.
Venezuela, en los últimos diez años, ha protagonizado importantes avances en materia de inclusión social y ha reafirmado con contundencia su soberanía ante las intrigas de EEUU y la UE en su pretensión de imponer unos gobernantes dóciles a sus dictados. El intento fallido del golpe de Estado en Venezuela en el 2002, reconocido inmediatamente por parte de EEUU y de España, y abortado por los sectores más democráticos del ejército con el apoyo popular, solo fue el principio del acoso de Occidente contra el proyecto social y soberanista liderado por Hugo Chávez y concretado con la fundación del PSUV.
La identificación popular con las políticas del PSUV han sido notorias, ello se ha reflejado en el cambio protagonizado por la oposición política de la derecha venezolana que ha pasado de apoyar la intentona golpista del 2002 y boicotear posteriormente las instituciones del Estado, a presentarse unida en la actual campaña política por las presidenciales avalando un proyecto moderado de “izquierdas” de tal manera que la derecha si quiere mantener el espacio político abierto en esta contienda electoral, con el 44% de los votos, va a tener que reciclarse y pasar de ser la derecha recalcitrante unida a los intereses oligárquicos y estadounidenses, a constituirse en una derecha democrática y soberanista, en la línea del presidente Santos en la vecina Colombia, lo cual sería deseable para que sea posible la alternancia electoral.


Los intelectuales y cronistas occidentales seguirán en sus púlpitos, enrocados en repetir arcaicas ideas de las viejas cruzadas liberales y, tal vez, en el futuro puedan llegar a derrotar políticamente al PSUV, por la descomunal presión a la que se le somete desde los poderes neoliberales mundiales, pero desde un punto de vista histórico ya no pueden acabar con el ideal de una nueva democracia latinoamericana que se sitúa más allá de Venezuela, que persigue ser además de política, socialmente inclusiva, y que se ha materializado con la constitución de la CELAC en el alba de Latinoamérica.

Resultados electorales de las elecciones presidenciales en Venezuela el 7/10/2012 















Fuente: Agencia Venezolana de Noticias (AVN)

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07/10/2012

NOTICIA. La Unión Europea advirtió el pasado 1 de octubre sobre un "desastre económico y social" si continúa en aumento el desempleo entre los europeos jóvenes

Comentario

El declive europeo

El declive europeo como fortaleza económica y cultural en el mundo es un hecho no sólo evidente sino que  en el contexto de transformaciones mundiales aparece ya como irreversible. A diferencia de otros momentos críticos de Europa en la historia contemporánea, donde se rehacía por ser el centro económico político y tecnológico mundial, ahora ya no lo es, y aunque el declive europeo no sucederá de forma brusca, como aconteció con el imperio soviético, el declive es progresivo y continuará durante el próximo devenir histórico.
La naturaleza de este declive tiene que ver con la crisis económica y con la posición de los países de la UE en sus relaciones con el resto del mundo.

Con relación a la crisis económica los factores más importantes que inciden en su declive son:
. El enfoque generalizado de considerar la crisis económica como cíclica y no estructural, lo que está impulsando a persistir en políticas de ajuste, a la espera de un supuesto resurgir espontáneo de la demanda económica que devuelva a la senda del crecimiento a la estancada economía europea.
. La prevalencia a ultranza de los intereses de los grupos financieros más poderosos, que la larga atonía económica, está obligándoles, debido a la falta de negocio, a una reestructuración financiera basada en el adelgazamiento y concentración del sector financiero, en la que deberán ser liquidados los activos y grupos financieros más débiles.
. El hecho de que la crisis económica no esté afectando por igual a los países del Centro y Norte de Europa, de los del Sur y Este, lo que está acentuando las disensiones de la ciudadanía entre lo diferentes países y regiones europeas para abordar la crisis a la hora de que los países con más recursos, financien las deudas soberanas de los países más insolventes.
. La progresiva exclusión de amplios sectores de población de la economía, que tiene su expresión en el aumento del desempleo y la desatención de los sectores más desfavorecidos de la sociedad como inmigrantes, jóvenes o ancianos, lo que lleva a acentuar la marginalidad e inevitablemente a la formación de un sector informal como forma de supervivencia, particularmente en los países con mayor incidencia del desempleo y debilidad en sus cuentas públicas.

Los políticos y financieros anclados a las recetas neoliberales, de un ciclo económico que acabó en el 2008, no tienen más opción que prestar la máxima prioridad al ajuste de sus cuentas con la sencilla lógica de reducir gastos y aumentar ingresos. Esta lógica contable -considerada inevitable-, en las economías sin crecimiento económico lleva a que nunca cuadren las cuentas, pues las políticas de aumento de ingresos no provienen del crecimiento del PIB sino de exprimir el existente a través del aumento de impuestos, con ello, la actividad económica decrece y los ingresos también. En esta perversa lógica económicamente involucionista, quienes prestan a los Estados más insolventes ven progresivamente un mayor riesgo a su inversión y ante el mismo aumentan los intereses de sus préstamos. La reducción de intereses, solamente sería posible con una mutualización de la deuda europea, de tal manera que los países más poderosos pagasen de sus impuestos las deudas de los países menos solventes, pero los ciudadanos de estos países se niegan a ello pues temen hundirse con los países insolventes. La UE camina así hacia una periferia en los países del sur con economías devastadas debido a la quiebra del sector de la construcción, uno de los principales pilares de su estructura económica, mientras que el centro y norte europeo, se mantienen debido a un sector exportador competitivo como es el caso de Alemania. En esta deriva económica la lucha entre grupos financieros por sobrevivir tiene paralizada la actividad financiera, imponiéndose lentamente una reestructuración donde los grupos financieros locales de los países como España, Portugal, Italia, Grecia e Irlanda serán absorbidos por los grupos europeos más fuertes.
La UE representa por PIB el mayor potencial económico del mundo, por ello, el desgaste económico a la que está sometida la UE tiene mucho recorrido, pero no tiene solución. La falta de la misma viene determinada porque bajo una misma moneda como es el Euro, no existen soluciones nacionales a la crisis, pero la profunda división existente entre países impide, a su vez, que existan soluciones europeas. Los políticos y economistas europeos, atrapados en la ensoñación de vivir en un ciclo económico bajista que acabará, tal vez, para algunos en el 2014 o 2015, siguen aferrados a las políticas económicas cortoplacistas, con la fe puesta en el credo neoliberal por la que la mano invisible de la economía traerá la fase alcista del ciclo económico. Evidentemente a la crisis le faltan todavía años, tal vez una década, para mostrar la falacia de esta ilusión, para entonces es muy probable que Europa en un mundo en transformación, particularmente por los países emergentes, estará relegada de su lugar prominente en el mundo.

En lo que se refiere a su política internacional los factores más importantes que inciden en su declive son:
. Los países de la UE, aunque en las relaciones internacionales que mantienen con el resto del mundo no se diferencian sustancialmente, no tienen propiamente una política internacional única, debido a que cada país mantiene sus relaciones exteriores como nación.
. En esta situación, EEUU se ha convertido en el gran armonizador y unificador de la política internacional de la UE, de tal manera que todos los países de la UE aplican una política seguidista de EEUU. Si en la invasión de Irak, surgieron diferencias de Alemania y Francia con EEUU, estas ya han sido superadas y EEUU lidera las relaciones exteriores de todo el mundo Occidental, Japón, Corea del Sur y las monarquías árabes del golfo pérsico.

Esta actitud de la UE seguidista de EEUU le lleva a la UE a practicar una política de relaciones hegemónicas con el resto del mundo, impuesta por la doctrina de EEUU, pero a su vez EEUU instrumentaliza a países de la UE para que ejerzan de punta de lanza en estas relaciones de supremacía mundial, por ejemplo, instrumentaliza a España contra los gobiernos de izquierdas en Latinoamérica, como lo fue en el pasado en el reconocimiento en el 2002 del golpe de Estado en Venezuela, o que actualmente sea conjuntamente con EEUU el único país que reconozca el golpe de Estado en Paraguay. En el caso de Francia y Reino Unido los instrumentalizó para ser punta de lanza en el ataque a Libia, y en el caso de Alemania ha conseguido que este país haya abandonado su tradición de no implicarse en guerras, y lo haya hecho de forma muy activa en la guerra de ocupación de Afganistán. Esta política de sumisión de la UE a los dictados internacionales de EEUU, le está trayendo más problemas que beneficios, por ejemplo, en sus relaciones con Latinoamérica la UE no es capaz de ganarse la confianza de los países latinoamericanos, de tal manera que el vacío comercial dejado por EEUU, como consecuencia de la desconfianza que ese país suscita en la región por sus permanentes intromisiones políticas, no lo está sustituyendo la UE, sino que lo están haciendo China y Rusia.
Tal vez la UE debiera preguntarse por qué el lema de la reciente cumbre en Lima de los Países de América del Sur y Países Árabes (ASPA) fue: “Una Cultura de Paz, Inclusión y Desarrollo”, y por qué uno de los puntos aprobados en esta cumbre fue: “la necesidad de respetar el Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas” como reivindicación frente a quienes desde su superioridad militar amenazan a otros países, pues la política de amenazas contraviene los principios de la ONU, siendo una práctica muy extendida en los países de la OTAN e Israel. Por ello, ¿cómo va a ganar la UE la confianza de los países en desarrollo cuando, siguiendo a EEUU, se enfrenta a sus demandas de Paz, a través de la amenaza, bloqueos o sanciones unilaterales cuando no se subordinan a la hegemonía política Occidental?
La UE tendría que hacer una profunda reflexión sobre cual debe ser su papel en el Mundo en las próximas décadas, y que proyecto económico y político pretende construir. Objetivamente en el actual mundo en transformación, debiera promover un proyecto europeo integrador en el ámbito europeo e integrador con los países en desarrollo, favoreciendo el desarrollo inclusivo, que en la UE, pasa por repartir la riqueza y el trabajo para que todo los ciudadanos que quieran trabajar puedan hacerlo, restaurando las prestaciones sociales anteriores a la crisis. Ello es posible, pues, la UE en su conjunto tiene grandes ventajas en productividad e innovación. Por otra parte, se precisan cambios que la doten de resortes financieros públicos para poder planificar sus actividades económicas por encima de las turbulencias del libre mercado, aunque éste juegue un papel importante. Y precisa de una política internacional independiente sustentada en el respeto a los principios fundacionales de la ONU, en una relación armoniosa entre naciones donde se debata sinceramente sobre los valores culturales de unas y otras, pero donde la política de injerencias y amenazas esté descartada. Todo ello permitiría a la UE ubicarse en un mundo en el que, aunque solo representa el siete por ciento de la población mundial, podría contribuir a través de una política de integración económica y política mundial a que la humanidad alcance la prosperidad y la libertad, ambas estrechamente interrelacionadas.
Pero todo esto es también un sueño, porque en la UE, los intereses creados de los grupos financieros y las divisiones entre naciones y ciudadanías son predominantes, y porque la cultura de su pasado imperialista sigue predominando en las relaciones internacionales, aunque en las mismas solo sea un peón de EEUU, y éstas son tendencias dominantes que irán desubicando progresivamente a la UE en el mundo del futuro.
La UE no puede contribuir a transformar el mundo porque no puede transformarse a si misma. Otros actores, particularmente los países emergentes, serán los que lideren las aspiraciones de la mayoría de la humanidad de alcanzar la prosperidad, la paz y la libertad para construir su futuro.