11/02/2019
NOTICIA. Los días 10 y 11 de febrero, en la capital etíope, Addis
Abeba, tuvo lugar la XXXII cumbre de la Unión Africana (UA), bajo el lema:
"El año de los refugiados, los
retornados y los desplazados internos: hacia soluciones duraderas al desplazamiento
forzado en África".
NOTICIA. El 11/02/2019, La Comunidad de Desarrollo de África
Austral, emitió un comunicado de solidaridad con el pueblo venezolano
respaldando a su gobierno y Presidente Constitucional, Nicolás Maduro.
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La UA, fundada en el año 2001,
reúne a los 54 Estados de África que agrupan a 1200 millones de personas. La
XXXII cumbre se ha propuesto: mantener una política común en la lucha contra el
terrorismo y en la cuestiones relacionadas con la seguridad; fortalecer las relaciones
entre sus Estados miembros, y avanzar en políticas para combatir las causas de
la emigración.
La UA, como organización que
representa al continente más castigado en los últimos 500 años por el
imperialismo europeo hasta su emancipación colonial en la segunda mitad del
siglo XX, mantiene su compromiso anticolonial, y el 31 de enero emitió un
mensaje de solidaridad con el pueblo de Venezuela y de apoyo a su Presidente
Constitucional, Nicolás Maduro.
En contraposición, la UE,
siguiendo la tradición de su pasado imperialista colonial, se alinearía con
EEUU en la deslegitimación del gobierno venezolano en sus intentos por neo-colonizar Venezuela.
El 11/02/2019, La Comunidad de
Desarrollo de África Austral (SADC), compuesta por 15 naciones, volvió a solidarizarse con el pueblo y el gobierno
venezolano. En un documento que dio a conocer el presidente de Namibia, Hage
Geingob, en su capacidad de actual líder de (SADC), se expresa la preocupación
por la injerencia en los asuntos internos y soberanía de la República
Bolivariana de Venezuela con la intención de socavar al gobierno democrático de
Nicolás Maduro, y condena las violaciones de los principios de la Ley
Internacional, en particular la del respeto a la soberanía y la no
interferencia en los asuntos internos de Estados soberanos.
La ambición estadounidense de
colonizar los recursos de Venezuela, ha concitado, la polarización de dos
ideologías antagónicas, por una parte, la de los países de tradición
imperialista, y por otra, la de aquellos países como los africanos que más han
sufrido el colonialismo europeo, caracterizado por siglos de trata de esclavos
y expolio de sus materias primas.
En el siguiente artículo se
ofrece un visión histórica sobre las manifestaciones de la ideología
imperialista.
Comentario
Manifestaciones históricas y contemporáneas de la ideología imperialista
A lo largo de la historia, los imperialismos han tenido como soporte diferentes formas ideológicas en la justificación e impulso de los centros imperiales para la expansión de su influencia.
El imperialismo, entendido como
tal, por el poder político, económico y cultural de un Estado Central con subordinación de vastos territorios al Centro imperial, ha formado parte de la
historia de la humanidad desde las primeras civilizaciones en la Edad Antigua,
como fueron la Egipcia, Persa, Griega, Romana y China.
EDAD ANTIGUA
La expansión de la
Cultura
En ese periodo de la historia de
la humanidad, la motivación del Centro
imperial al impulso de su expansionismo territorial tenía como razón principal
la seguridad en las fronteras de sus territorios sujetas al vandalismo de
pueblos que vivían del saqueo, pero una vez sometidos éstos, ante la falta de
oponentes la expansión territorial se realizaba hasta la siguiente línea de
resistencia.
La riqueza de los territorios y
pueblos sometidos redundaría en el Centro imperial y ello contribuiría a la
formación de una clase social que
propiciaría un desarrollo de las artes, las letras y los conocimientos en
ciencia y técnica, y esta nueva forma de cultura avanzada se convertiría a su
vez en una nueva justificación para la expansión territorial frente a los
pueblos bárbaros. Ciro II el Grande (559-529 ac) y Darío I (512-484 ac)
expandirían el imperio y la cultura Persa, y Alejandro Magno (336-333 ac) lo
haría con la cultura helénica desde Grecia, impulsando en los nuevos
territorios conquistados las formas culturales del Centro imperial, en arquitectura,
escultura, letras y organización social. Con posterioridad, Bajo estas
premisas, se desarrollaría en Occidente y el Medio Oriente el Imperio Romano (27ac-476dc),
y en Oriente la dinastía Chi'n (221-206 ac) y Han (206ac-220dc).
EDAD MEDIA
La religión
En el periodo desde la caída del
Imperio Romano en el siglo V hasta el siglo XVI en el que renacen de nuevo los imperios europeos, y catalogado por la
historiografía occidental como Edad Media por la división de Europa en
pequeños reinos, aparecería un nuevo factor ideológico para el expansionismo
territorial, las religiones monoteístas. El cristianismo y el Islam llevarían a
cabo su expansión territorial por la fuerza de las armas bajo la justificación
de convertir al mundo al único Dios "verdadero".
El monoteísmo a diferencia del
politeísmo daría lugar al absolutismo en el pensamiento y el totalitarismo
político, donde quien no participaba de la fe "verdadera" era
catalogado de hereje y perseguido por sus creencias. La expansión del Islam
abarcaría numerosos territorios en Asia, África y en Europa ocuparía parte de
la península ibérica. Los reinos cristianos en Europa una vez contenido el
Islam, se expandirían en la lucha contra el mismo e intentarían su
reunificación con la formación del Sacro imperio Romano-Germánico siendo su
primer impulsor el emperador Carlomagno coronado como tal en la navidad del año
800 y que sus descendientes continuarían.
EDAD MODERNA
Guerras de
religión y expansión colonial
En el siglo XVI, con la
extensión de las monarquías europeas a los territorios de ultramar en las
Indias occidentales (América) y Orientales (Oriente de Asia), volvieron a
renacer los imperios en Europa e inauguraría la Edad
Moderna.
Durante los siglos XVI y XVII,
la expansión imperial con la enseña de la cruz cristiana y la fuerza de las
armas enfrentaría no solamente al catolicismo con el Islam, sino que las guerras
de religión por la formación del Sacro Imperio Romano bajo la égida de los
Austrias, en pugna con las religiones protestantes que se negaban a someterse
doctrinariamente a Roma, asolarían internamente a Europa.
A su vez, a los nacientes
imperios europeos se les abriría otro frente de rivalidad en los nuevos
territorios de ultramar principalmente entre la corona portuguesa y la
española. El tratado de Tordesillas (1494) establecería un pacto entre ambas
potencias para la división del Nuevo Mundo, por el que, a la corona de Castilla
le pertenecían todas las tierras descubiertas a 370 leguas al Oeste de
las islas de Cabo Verde, que situaba, con la excepción de Brasil, a todo el
continente americano bajo la soberanía de la Corona española. Las riquezas de
oro y plata que precisaba el reino de España para financiar las guerras contra
el protestantismo en Europa, estimularía la colonización de todo el continente americano.
En los primeros años del siglo
XVI, los crueles métodos utilizados en la región del Caribe para su
colonización llevaría a la extinción de las poblaciones nativas, lo cual
cuestionaba la misión católica evangelizadora. La Iglesia Católica intervino
sobre el tratamiento que debían tener los nativos, estableciendo que éstos poseían
alma lo que les diferenciaba de las bestias y por lo tanto no podían ser
tratados como tales y debían ser bautizados. Tras el establecimiento de esta
premisa, la conversión de los nativos a la religión católica se constituiría
en la ideología para la expansión del
imperialismo español en el "Nuevo Mundo".
A principios del siglo XVIII,
tras la derrota de la dinastía de los Austrias por la francesa de los Borbones,
las guerras de religión darían paso a una lucha entre las monarquías imperiales
europeas por el control de territorios. Gran Bretaña por un lado y Francia y
España por otro se disputarían las áreas
de influencia.
EDAD CONTEMPORÁNEA
Revolución y
nuevos imperios coloniales
A finales del siglo XVIII las
monarquías absolutistas europeas entrarían en crisis con el auge de la
burguesía. La Independencia de EEUU y la revolución francesa marcarían un antes
y un después e inaugurarían una nueva era, la Edad
Contemporánea.
A principios del siglo XIX, la
ideología para la expansión imperialista cambio de signo. Con Napoleón pasaría
a sustentarse en la expansión de los valores de la revolución francesa por la
fuerza de las armas al resto de Europa.
La derrota de Napoleón (1815)
por las fuerzas de la restauración del Antiguo Régimen, no evitaría la era de
transformaciones burguesas. A partir de 1830 una ola de revoluciones liberales
se propagaría por Europa, que barrería el Antiguo Régimen, pero ello tampoco
afectaría a la componente imperialista de los nuevos Estados europeos. En 1884
en la Conferencia de Berlín, las potencias europeas se repartirían en régimen
colonial el continente africano.
No obstante, sería Gran Bretaña
la nación que se constituiría en el imperio colonial más importante durante el
siglo XIX y la primera mitad del XX. En los comienzos del siglo XIX, la derrota
en la batalla de Trafalgar de la escuadra franco-española por la armada
británica y la independencia de la mayoría de los territorios españoles en América
pondría fin a 300 años de existencia del imperio español. Gran Bretaña pasaría
a dominar la principales rutas marítimas del mundo y ello favorecería su
expansión imperialista de dominio colonial. La ideología imperialista dejó de
sustentarse en la expansión religiosa, siendo sustituida por la "exportación
de los avanzados valores de la civilización occidental a los pueblos atrasados
del mundo" que servía de subterfugio a lo que era el expolio colonial de
materias primas.
Con la llegada de las nuevas
clases burguesas al poder político en las principales potencias europeas, el
capitalismo cobraría un fuerte impulso. Si embargo en 1873, tras la quiebra en Estados
Unidos de la entidad bancaria Jay Cooke and Company, se produciría la primera
gran crisis del capitalismo global y una ola de proteccionismo se apoderaría de
las incipientes economías capitalistas emergentes.
Dentro de esa tendencia
proteccionista, el imperialismo económico basado en el control de áreas exclusivas de influencia para el
comercio se constituiría en el fundamento de las rivalidades entre imperios
europeos, pero en esta nueva realidad geo-económica existían profundas
diferencias entre los distintos imperios europeos, mientras que Gran Bretaña y
Francia ya habían consolidado su influencia colonial en los territorios de
ultramar, Alemania constituida como Imperio
Alemán en 1871 tras la reunificación de un mosaico político de 39 Estados,
pasaría a ser la principal potencia económica europea, pero debido a su tardía
formación, sus dominios coloniales en los territorios de ultramar eran escasos
y por lo tanto, su área de influencia exclusiva
también.
Las Guerras Mundiales
Este desequilibrio acentuaría
las rivalidades de Alemania con Francia y Gran Bretaña; para Alemania, el
camino más corto para dominar las áreas
de influencia globales pasaba por dominar Europa como Centro de la economía Mundial, desplazando del mismo a Francia y
Gran Bretaña, en el entendimiento de que, quien dominara el Centro se haría con el control de la
colonias de ultramar. En esta coyuntura la ideología imperialista adquiriría un
sesgo de nacional-imperialismo, creándose las bases para la que sería la
Primera Guerra Mundial (1914-1918), de Alemania principalmente contra Francia y
Gran Bretaña.
Alemania perdería la guerra y
las condiciones impuestas por Francia y Gran Bretaña en el Tratado de Versalles
(1919) que dejaban a Alemania como un Estado tutelado por ambas potencias
dejaría una profunda herida en la sociedad alemana. Tras la guerra, la economía
mundial de la mano de Francia y Gran Bretaña y de la potencia emergente, EEUU,
tendería de nuevo hacia la apertura y la globalización, pero la crisis
económica de 1929 restauraría de nuevo los fantasmas de la crisis de 1873. El
proteccionismo volvió a imponerse y con ello la geo-economía de áreas de influencia exclusivas para el comercio.
Alemania, en medio de una profunda
crisis económica, quedó atrapada por las vejatorias condiciones del tratado de
Versalles y por su escasa influencia colonial. La opción de romper es nudo
gordiano tomando el control del Centro económico
mundial, es decir, con la guerra de nuevo contra Gran Bretaña y Francia,
volvería con fuerza. En esta coyuntura la ideología nacional-imperialista
volvería a calar profundamente en la sociedad alemana, pero esta vez, el
nacional-imperialismo se fundamentó en la perversión del racismo de la mano del
nazismo.
En la ideología nazi, el género
humano quedaba dividido en razas de humanos y subhumanos. La raza aria
germánica se situaba en lo más alto del escalafón, y por ello estaba destinada
a regir los destinos del mundo, mientras que los judíos y eslavos eran
considerados como subhumanos, por lo que su genocidio o esclavitud estaba
justificado. En los años treinta Alemania reconduciría su capacidad industrial
al desarrollo de la industria militar, la guerra civil española (1936-1939) fue
el escenario de prueba de las nuevas armas alemanas, y la megalomanía de su
poder militar le llevaría a desatar la guerra hacia el Oeste para rendir a Gran
Bretaña y Francia y posteriormente hacia el Este para someter a los pueblos
eslavos de la URSS.
En 1945 Alemania perdería la
guerra. Los líderes fascistas que sobrevivieron fueron juzgados y condenados y
la ideología nacional-imperialista nazi fue condenada y desterrada como una de
las mayores aberraciones de la historia de la humanidad. El racismo ha sido
definido como el rasgo definitorio de la ideología nazi, pero hay que tener en
cuenta que tal perversión fue devastadora por la combinación que tuvo con sus
ambiciones imperialistas que le llevaría a invadir la mayoría de los países de
Europa, siendo en los países ocupados como Polonia y Rusia, es decir, fuera de
sus fronteras, donde llevaría a cabo el grueso de sus crímenes, siendo Rusia la
que soportó el mayor genocidio con veinte millones de muertos por la guerra.
Posguerra, Guerra
Fría y descolonización
Con la derrota de Alemania por
la URSS y Estados Unidos, los centros geopolíticos mundiales dejaron de estar
en Europa, pero el sistema de áreas de
influencia geo-económicas prevaleció después de la guerra. Bajo control de
EEUU se situarían los países occidentales, Japón y América Latina, y bajo la
tutela de la URSS las naciones que componían la Unión Soviética.
A partir de 1945, la ostentación
de la ideología imperialista entró en declive, a diferencia del pasado, ninguna
nación en el mundo se autodefiniría como imperio. El término
"imperio" objeto de apología desde las primeras civilizaciones de la
humanidad que se calificaron como tales: Imperio Persa, Imperio Helénico;
Imperio Romano, Imperio Carolingio; Sacro Imperio Romano; Imperio Español;
Imperio Británico; Imperio Francés, Imperio Alemán, Imperio Ruso; Imperio
Japonés..., y que había gozado de la estima y admiración de pueblos y
gobernantes, se ocultaba con vergüenza.
Dos factores contribuyeron a
ello, el primero la sucesión de dos guerra mundiales por disputas claramente
imperiales, y el segundo porque en la posguerra, con la relegación de Gran
Bretaña y Francia del dominio mundial, se creo un vacío de poder en sus
dominios coloniales que favorecería que los movimientos antiimperialistas de
emancipación colonial fueran proclamando su independencia como naciones libres.
Sin embargo, la denostación del
término imperio no impediría que las prácticas imperiales continuasen con los
dos ganadores de la Segunda Guerra Mundial. EEUU y la URSS, esta vez bajo el
manto de la expansión de nuevos valores por ambas partes: el socialismo desde
la URRSS y la democracia liberal desde EEUU.
Con dos centros geopolíticos
mundiales tan distantes como Moscú y Washington, dos sistemas económicos tan
diferentes como el socialismo de la URSS y el capitalismo estadounidense, las áreas de influencia respectivas estaban
radicalmente separadas y desconexionadas unas de otras. Los movimientos
revolucionarios que luchaban contra la influencia estadounidense se alineaban
en la zona de influencia de Moscú, y viceversa. El imperialismo no se revelaba
como motivación política pero las guerras por la independencia colonial
terminaron siendo guerras por limitar la influencia geopolítica respectiva
entre ambos centros del poder mundial, como sucedió en la Guerra de Corea (1950-1953)
o de Vietnam (1955-1964-1975).
En China, después de una larga
lucha contra el imperialismo japonés y la guerra civil entre el Partido
Comunista de China (PCCh) y el Kuomintang, el PCCh tomaría el poder y
proclamaría en 1949 la República Popular de China (RPCh). La alianza entre el
nuevo poder en China y la URSS se había venido gestando durante la guerra de
resistencia contra Japón, y la URSS contribuiría en la década de los cincuenta
a que China iniciara sus primeros pasos en la modernización de un país que en
un 90% era rural. Sin embargo, a finales de esa década China entraría en un
periodo convulso sobre como abordar el proceso de industrialización. Los
dirigentes chinos comenzaron a desconfiar de las intenciones de Moscú al considerar
que quería convertir a China en una nación tutelada y se produjo una ruptura en
las relaciones. Los asesores soviéticos volvieron a Moscú y China comenzó a
calificar de hostil e imperialista a la URSS.
En el este de Europa los países
bajo el Pacto de Varsovia también
comenzaron a percibir como hostil la excesiva dependencia de Moscú. La
primavera de Praga en 1968, marcaría el inicio del declive del dominio
soviético en esos países. A finales de la década de los setenta las tropas de
la URSS entrarían en Afganistán a petición del gobierno de esa nación, teniendo
que soportar durante más de una década una encarnizada lucha de resistencia.
Existía una creciente percepción en los países bajo la égida de Moscú que la
propagación del socialismo se había convertido en un ideología para la
expansión de un modelo imperialista. El desgaste de la URSS se acentuó con la
creación de grupos de poder dentro de la URSS que querían poner fin a la etapa
socialista. La URSS se disolvería en 1991, y el proyecto de expansión del
socialismo como un área de influencia
desconexionada del sistema capitalista global llegaría históricamente a su
fin.
Globalización
económica
En la última década del siglo
XX, EEUU se alzaría como la potencia mundial indiscutible, en esos años culminaría
también el proceso descolonizador que ha conformado el actual mosaico mundial
de naciones. Una vez extinguida la división mundial en áreas de influencia, la
opción para las nuevas naciones surgidas de la descolonización, como para las
que componían la URSS, sería la de integrarse en el modelo económico global.
China desde el establecimiento de relaciones diplomáticas con EEUU en la década
de los setenta ya había dado pasos en esa dirección, que los afianzó con su
integración en el año 2001 en la OMC, y la globalización económica entró en una
senda irreversible.
La crisis financiera del 2008
convulsionaría de nuevo la economía mundial, pero en su evolución posterior se
ha definido claramente que la vuelta al modelo de áreas de influencia, a pesar
del proteccionismo arancelario iniciado por EEUU, es ya económicamente
imposible.
Colonialismo y
Neocolonialismo
El colonialismo y el
neocolonialismo difieren en la forma de sometimiento a los pueblos y de las
políticas económicas de dominación. El colonialismo tuvo su máximo apogeo en el
siglo XIX con Francia y Gran Bretaña
como los principales imperios coloniales, sometiendo a la mayor parte de África
y de Asia en régimen colonial. El colonialismo se sustentaba ideológicamente en
las sociedades occidentales en su excepcionalidad para llevar la civilización a
los territorios habitados por pueblos atrasados, y se caracterizaba por la
presencia militar con administración directa y la explotación de los recursos
en interés de la metrópolis imperial.
Tras los procesos de
independencia del colonialismo europeo, EEUU intentó ocupar su lugar en algunas
naciones como fue en Indochina tras la retirada francesa, pero su derrota en la
guerra de Vietnam demostró que no era posible. En el año 2003 lo volvió a
intentar en Irak, incluso llegó a establecer una administración estadounidense
en ese país, pero la guerra de desgaste a la que se vio sometido posteriormente
a la invasión, volvió a demostrar que la conciencia política nacional de los
pueblos hacía inviable la dominación territorial en régimen colonial con
presencia militar y administrativa del poder imperial.
Estos fracasos han determinado
el cambio de las metrópolis desarrolladas en la forma de ejercer sus ambiciones
imperialistas sobre las antiguas colonias, a un modelo neocolonial.
En el modelo neocolonial, la
metrópolis imperial subordina a sus intereses a la nación neocolonizada a
través de tres elementos clave: 1. La instauración de un gobierno que garantice
la subordinación política de la nación al centro imperial, siendo las
oligarquías locales las principales beneficiarias del comercio con la
metrópolis. 2. La preservación del estatus
quo de atraso del país en desarrollo para asegurar que será una nación
dependiente. 3. La amenaza de invasión militar en el caso de rebelión a la
tutela imperial.
EEUU, tiene una larga
experiencia en este modelo de dominación neocolonial en las que han sido sus
relaciones con las naciones de América Latina en más de un siglo, habiendo
utilizado la fuerza militar directa en multitud de ocasiones en ese continente
para restablecer su dominación: Panamá (1918; 1920; 1925; 1958; 1989), Cuba
(1917-1933), Honduras (1919; 1924-1925), Nicaragua (1912-1933), República
Dominicana (1965-1966)), Guatemala (1920; 1954; 1966-1967), El Salvador (1932),
Grenada (1983-1984), además del apoyo a las siniestras dictaduras militares en
el pasado siglo. La ideología utilizada para justificar el dominio neocolonial
se basa principalmente, al igual que en los viejos imperios coloniales, en su
autoarrogada excepcionalidad como nación para regir a las naciones
latinoamericanas.
En la globalidad, el proyecto
neocolonial de EEUU y los países de la OTAN, con un 15% de la población
mundial, se fundamenta en preservar su hegemonía económica que concentra la
mayor parte del PIB mundial, para lo cual los países en desarrollo que acogen
el 85% de la población mundial restante no deben prosperar, pues un cambio de
su estatus hasta la equiparación de su renta a la de los países desarrollados,
relegaría el poder económico global de los países de la OTAN.
Las naciones que desde la
soberanía política avanzan con éxito en su desarrollo económico y tecnológico, como
son por su importancia China y Rusia y en Oriente Medio Irán, incrementan su
participación en el PIB mundial al margen de la tutela de EEUU, y con ello el
poder económico global estadounidense disminuye, lo que les convierte en
naciones a contener o debilitar mediante sanciones, aranceles u otras medidas
económicas, en contra del principio económico de que toda prosperidad es
positiva. En el siglo XXI esta práctica de economía destructiva contra naciones
que pretenden un desarrollo soberano se aplica principalmente a Rusia, China,
Irán, y Venezuela. Y en otras naciones contrarias a la hegemonía estadounidense
que no tenían el poder militar de las anteriores se ha optado por su
destrucción económica, social y política mediante la guerra, como ha sucedido
en el presente siglo con Afganistán, Irak, Libia y Siria.
La visión ideológica neocolonial
de la que participan las sociedades occidentales, es la de un mundo "libre"
constituido principalmente por los países de la OTAN y otro "no libre"
compuesto en su mayoría por naciones gobernadas por mandatarios corruptos y
despóticos que le otorga a las naciones del "mundo libre" el derecho
a la injerencia, la cual es alimentada por los medios de comunicación de masas
sobre los que descansa la formación ideológica de la sociedad imperial,
impidiendo que se desarrollen fuerzas ideológicas contrarias en el seno de la
propias sociedades.
Por el contrario, la visión
sobre la que se asienta la legalidad internacional, sustentada en el concepto de
que deben ser los pueblos organizados en naciones soberanas los que desarrollen
por si mismos la democracia, los derechos humanos y su prosperidad económica
sin injerencias foráneas, es ignorada.
El imperialismo en cualquiera de
sus manifestaciones ideológicas, ha sido, es y será, el origen de todas las
guerras de agresión, y el responsable de sus secuelas en vidas humanas. La
ideología pacifista seguirá siendo una ilusión mientras no se erradique de la
sociedad humana la cultura imperialista, que en la actualidad se sustenta en la
auto-arrogada excepcionalidad de EEUU para injerir y declarar la guerra a otras
naciones al margen de la legalidad internacional.
El cambio civilizatorio de
valores en las relaciones internacionales para la relegación de la cultura
imperialista tendrá que venir de los países en desarrollo, particularmente de
aquellos que han hecho de la no
injerencia y el desarrollo económico y tecnológico compartido su estandarte en las relaciones internacionales.