Julio 2016



22/07/2016

NOTICIA. Donald Trump y Hillary Clinton competirán por la presidencia de EEUU.

Comentario

EEUU. La crisis de Liderazgo en la carrera presidencial

El 20/07/2016, Donald Trump, aspirante por el partido republicano para la presidencia de EEUU, tras una campaña plagada de cuestionamientos sobre su nominación, alcanzó en la Convención Nacional Republicana los votos necesarios de delegados para ser elegido oficialmente candidato presidencial. Hillary Clinton, después de una campaña exitosa entre los seguidores del partido demócrata, y la retirada de su oponente Bernie Sanders, a falta de ser nominada oficialmente por la Convención del partido será quien aspire a la presidencia de la nación por el lado demócrata. Ambos candidatos competirán para obtener una mayoría de compromisarios a la asamblea de los 538 electores que deberá elegir el Presidente de EEUU el martes 08/10/2016 por un periodo de cuatro años.
Donald Trump, en el proceso de primarias ha conseguido el apoyo de los republicanos de tradiciones anglosajonas más conservadoras entre los que se encuentran una buena parte de la clase trabajadora, en su detrimento, con su mensaje excluyente de hispanos y musulmanes, se ha alejado de estos sectores de electores que representan importantes minorías en la sociedad americana. El discurso conservador, retoma sus principios morales de oponerse al aborto, pretende preservar la cultura anglosajona por encima de la multiculturalidad, y se muestra partidario de combatir la deslocalización industrial para ubicarla de nuevo en EEUU como fuente de trabajo estable. En política exterior quiere revitalizar el excepcionalismo estadounidense manteniendo la actual política de contener a Rusia, China e Irán pero exigiendo a sus aliados que paguen directamente a EEUU por la protección estadounidense, lo cual haría recaer parte del actual presupuesto militar de EEUU sobre sus socios de la OTAN, Corea de Sur y Japón, con el fin de ayudar a mitigar la enorme deuda soberana de EEUU que supera su PIB. En la retórica de su política exterior el discurso de la “exportación de la democracia” se considera agotado debido a la falacia en el que se ha convertido tras el caos político que han provocado las intervenciones militares estadounidenses en Afganistán, Irak, Siria y Libia, siendo sustituida por el discurso de la “defensa de los intereses estadounidenses” en sus alianzas con independencia del régimen político del país.
Hillary Clinton, representa la continuidad de las políticas del actual presidente Barack Obama. En política interior pretende representar a la multiculturalidad de la sociedad estadounidense, con una moralidad favorable al aborto y el matrimonio homosexual; en política económica se mantendría el rumbo actual. En política exterior continuaría la seguida por la administración de Barack Obama, la cual, la propia Clinton ha sido su creadora en el periodo que estuvo al frente de la política exterior, orientada a: contener a Rusia, China e Irán; propiciar una vuelta a los gobiernos conservadores en América Latina, y mantener la tutela de EEUU sobre sus principales aliados en Europa y en la región de Asia-Pacífico. El discurso político seguiría sustentándose en la retórica de la “exportación de la democracia” como justificación de las intromisiones estadounidenses en otros países.
Cambio conservador o continuismo, son las opciones que se dirimen en las próximas elecciones presidenciales. Sin embargo, ni uno ni otro, parece satisfacer plenamente a la sociedad estadounidense. En el lado demócrata existen amplios sectores sociales, sobre todo en las generaciones más jóvenes, que quieren poner fin a las intromisiones estadounidenses en otras naciones, y en política interior reclaman cambios para tener mayores oportunidades de empleo, estos sectores no se sienten representados por Hillary Clinton que la consideran con un pasado político deshonesto y una persona cínica y mentirosa ligada a los grandes grupos financieros. En el bando republicano, la agresiva campaña de Donald Trump contra hispanos y musulmanes y su visión de la política exterior suscita muchos temores que estas políticas pudieran ahondar la división de la sociedad y distanciarse de sus aliados de la OTAN.
Cualquiera de los dos candidatos carece del liderazgo para unir a la sociedad americana ni en política interna ni exterior. La precariedad en el empleo, el peso de la inmigración y las fallidas políticas en el Oriente Medio han producido fracturas en la sociedad americana. El continuismo encarnado en Hillary Clinton augura que las mismas seguirán ahondándose. La necesidad de un cambio político encarnado por Donald Trump emerge, aunque quizás no con la suficiente fuerza como para derrotar a su oponente demócrata. Los poderes fácticos financieros y mediáticos estadounidenses y europeos apuestan por el continuismo que representa la candidata demócrata y ello supone un apoyo que puede ser decisivo aunque, en su contra, Hillary Clinton cuenta con un pasado luctuoso en política exterior que, sin duda, será recordado incisiva y reiteradamente por su oponente republicano.
El presidente electo, lo será de una sociedad dividida y carente de liderazgo. Los factores de un crecimiento económico interno débil seguirán perpetuando la deuda soberana y la misma lastrando a la economía y la sociedad americana. En el ámbito internacional, la creciente fortaleza de Rusia y China como actores independientes debiera repercutir en que se imponga el realismo político en  las relaciones internacionales, aunque también existe la posibilidad que se pretenda la confrontación con estas dos potencias. Entonces los riesgos de la guerra aumentarán.

El cambio de ciclo histórico que se vislumbra será ante todo debido a los cambios que experimentará la economía mundo por la irrupción del nuevo centro económico en Asia. Las sociedades occidentales perciben como negativos estos cambios, y la defensa de  sus condiciones materiales de vida y tradiciones determinan el ascenso de corrientes políticas conservadoras xenófobas y favorables al proteccionismo.
El mundo occidental que ha mantenido el liderazgo de la economía mundial durante 200 años, y EEUU que lo viene ejerciendo desde la Segunda Guerra Mundial no se resigna a un cambio en el que tenga que compartir su poder y se escora hacia la confrontación, sin embargo, los fundamentos económicos para un crecimiento económico mundial demandan cooperación e integración.

Cooperación o confrontación, será el sino en el que tenga que debatirse el próximo presidente de la principal potencia del planeta.

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14/07/2016

NOTICIA. El 13/07/2016 tuvo lugar el primer encuentro, Rusia – OTAN, tras la cumbre de la OTAN los días 8 y 9 en Varsovia.

Comentario

Tratados o rearme

Desde la crisis de Ucrania en 2014, las reuniones habituales entre la OTAN y Rusia fueron suspendidas. La primera reunión se celebraría en abril del presente año tras el incidente en la aproximación de dos cazas rusos Su-24 al destructor estadounidense Donald Cook, en el mar Báltico. El 13/07/2016 se celebró la segunda reunión del presente año y la primera tras la cumbre de la OTAN los días 8 y 9 en Varsovia.
La cumbre de Varsovia acordó un plan para mantener fuerzas de la OTAN permanentes de forma rotatoria en Polonia y los Países Bálticos, por otra parte, la OTAN envió el mensaje a Rusia que tal despliegue no estaba orientado contra Rusia, una promesa que como tantas otras no se corresponden con los hechos.
Tras la desaparición de la URSS, la OTAN prometió a Rusia que respetaría la neutralidad de los países fronterizos con Rusia, sin embargo, a falta de un tratado que lo confirmase, la OTAN ha ido incorporando a estos países. Sobre el despliegue del escudo antimisiles en varios países del Este europeo, ha venido manteniendo que los mismos estaban pensados como defensa contra posibles misiles iraníes, una afirmación que carece de consistencia tras el acuerdo nuclear del grupo 5+1 con Irán, y de rigor pues los mismos apuntan a las fronteras de  Rusia. Sobre los acuerdos de Minks 2, los máximos dirigentes políticos de la alianza atlántica como Angela Merkel y Barack Obama siguen mintiendo abiertamente sobre su contenido al acusar a Rusia de su incumplimiento, cuando Rusia no figura en los mismos como parte sino como garante al igual que Alemania y Francia.
Sin embargo, no es algo nuevo, el discurso de la OTAN desde el final de la Guerra Fría se ha basado en la mentira de agresores inexistentes para justificar su belicismo. El destinatario del engaño no es el adversario o enemigo sino la población civil para evitar que se produzca un rechazo ciudadano a su beligerancia, y posteriormente no responsabilizarse de las consecuencias de la misma; una estrategia que en el presente siglo ha arruinado a Afganistán, Irak, Libia, Siria y Ucrania y ha dejado a estos países en una permanente inestabilidad que ha permitido el surgimiento de grupos violentos como el Estado Islámico en Oriente Medio y el norte de África y de filofascistas en Ucrania, y ha propiciado el éxodo de millones de refugiados fuera de sus países de origen.
Esta es la obra de la OTAN en los últimos años. No existe autocrítica ni reflexión de lo sucedido por parte de quienes desde los grandes medios de comunicación alentaron y justificaron la guerra en estos países. Tras la propaganda de exportación de la democracia solo ha quedado la guerra y devastación, pero nadie se desdice de lo que dijo, nadie es responsable de lo sucedido, ni ningún tribunal es competente para enjuiciar esta tragedia. Con este currículo quién puede creer a la OTAN y a su patrocinador principal, EEUU.
El principio en el que se fundamenta la OTAN por el que, la agresión a un país miembro es un ataque a toda la organización, deja la paz y la guerra en manos de los miembros más belicosos de esta organización o de gobiernos irresponsables que puedan iniciar una confrontación con Rusia. Una situación que ya se vivió en la Primera Guerra Mundial, donde la política de Alianzas de unas naciones con otras arrastró a todas a la guerra.
Nunca, desde el final de la Guerra Fría la seguridad europea fue tan frágil como ahora al depender de tres débiles factores: La política de Alianzas para entrar todas a la vez en guerra; la desconfianza creciente entre Rusia y la OTAN, y la carencia de un liderazgo europeo que pueda anteponer los intereses propios a las políticas aventureras de EEUU.
La posible contención de las dos potencias mundiales libres de la tutela estadounidense, como son Rusia y China, actualmente se sustenta en crear elementos de tensión de países aliados de EEUU contra estas dos naciones, en el caso de Rusia principalmente con Polonia y Ucrania, y en el caso de China con Japón y Filipinas, una tensión que no interesa que se apague para mantener viva la posibilidad de aumentar el grado de contención que pasaría a fundamentarse en guerras fronterizas iniciadas por estos aliados de EEUU. En esta situación la guerra no llegaría a EEUU, y le permitiría crear una situación de caos del cual EEUU saldría beneficiado.
En la estrategia de la tensión el rearme aparece como la mejor opción para defenderse y es por la que apuesta EEUU y su industria armamentista, pero la misma solamente interesa a quien puede dirigir desde atrás el conflicto y no verse implicado directamente en el mismo. Esta es la trampa en la que han caído los gobiernos aliados de EEUU en Europa y en la región de Asia Pacífico debido a la pusilanimidad de sus dirigentes ante las exigencias de EEUU.
Sin embargo, la mejor opción para asegurar la paz en las actuales circunstancias no se basa en el rearme sino en la promoción de Tratados. Un tratado entre dos naciones es una garantía de paz mayor que el rearme. De esta manera se evitaría que terceros países pudieran provocar conflictos que implicasen una escalada.
Las negociaciones de Rusia con la OTAN, nunca van a terminar en un tratado (al cual se debía haber llegado tras la desaparición de la URSS), porque a EEUU ahora no le interesa, pues el mismo maniataría sus pretensiones belicistas. Tanto Rusia como China debieran ser quienes tendrían que liderar una política de implementación de tratados bilaterales que aseguren el equilibrio militar y las medidas de confianza. En el caso de Rusia debiera promoverlos con Alemania, Francia, Gran Bretaña y Japón, y en el caso de China con sus vecinos más importantes, particularmente con Corea del Sur, Filipinas y Japón.

Ello contribuiría sin duda a debilitar las opciones belicistas y aseguraría un escenario de paz y de medidas de confianza que permitiera centrarse en el desarrollo económico.

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04/07/2016

NOTICIA. El 01/07/2016, el Partido Comunista de China (PCCh) conmemoró el 95º aniversario de su fundación.

Comentario

El marxismo del Partido Comunista de China (PCCh)

El 01/07/2016 el Partido Comunista de China (PCCh), en una serie de actos presididos por los máximos dirigentes del PCCh conmemoró el 95º aniversario de su fundación. El secretario general de PCCh, y presidente de China, Xi Jinping, en el discurso conmemorativo, resalto el compromiso del PCCh con el marxismo: "Nuestro Partido perdería su alma y dirección si se desviara o abandonara el marxismo, que es la teoría rectora fundamental tanto para el Partido como para el país".
Con relación al presente definió que China se encuentra en la Etapa Primaria del Socialismo considerando que la tarea central es el desarrollo económico basado en la innovación tecnológica, “para revitalizar la nación china y por constituir la línea hacia el bienestar del país y la felicidad del pueblo".
En su reflexión sobre el marxismo instó a adaptar continuamente los principios marxistas a la realidad actual en China y ser innovador tanto en la teoría como en la práctica, considerando que: "El marxismo nunca es el fin de la verdad. Abre un camino hacia la verdad a través de la práctica". "El cambio de los tiempos y el alcance y la profundidad del desarrollo de China están mucho más allá de la imaginación de los escritores marxistas clásicos, por lo que, debemos explorar con valor y lograr avances teóricos de manera continua". "Los miembros del PCCh y el pueblo chino tienen plena confianza en poder ofrecer una visión a la exploración de la humanidad de un mundo social mejor".
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Cuestiones relevantes del marxismo en la historia del PCCh

El 1 de julio de 1921 en Shanghái, a iniciativa de un grupo de activistas marxistas se fundaría el Partido Comunista de China (PCCh), el 23 de julio de 1921, celebraría, también en Shanghái, su I Congreso Nacional, en el que participaron doce delegados, entre ellos Mao Zedong. El 8 de noviembre de 2012, el PCCh celebró su XVIII congreso; en todo este recorrido, el PCCh se ha declarado comprometido con el marxismo como fundamento de su inspiración comunista y teoría política.
El marxismo ha sido consustancial a la elaboración de la teoría política que ha guiado la acción del PCCh en todas las etapas que ha transitado China desde que se fundó el PCCh. En la etapa de la lucha contra la invasión japonesa, el PCCh abogó por la constitución del Frente Único Antijaponés instando a incluir en el mismo a su enemigo declarado el Kuomintang; tras la capitulación japonesa en 1945, el PCCh intento evitar la guerra civil con el Kuomintang, pero este partido liderado por Chiang Kai-shek no admitió el control de extensas áreas de China por el PCCh y la guerra civil fue inevitable. La misma se saldó con la derrota del Kuomintang  y la proclamación de la República Popular de China (RPCh) en 1949. Los primeros años de la República Popular de China sirvieron para nacionalizar la tierra, principal recurso económico en ese momento en el que la población de China era en un 90% rural. Sin embargo, la construcción del socialismo y la tarea de la industrialización en una nación de campesinos, llevaría al PCCh a enfrentamientos internos sobre cual debía ser el camino a seguir, los cuales estuvieron presididos por una fuerte controversia sobre los principios del marxismo, tanto entre los miembros del PCCh como entre este partido y el entonces Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).
Tras la reforma agraria, a finales de los años cincuenta comenzaron los debates en el seno del PCCh de cómo abordar la industrialización de China. La mayoría de la población se situaba en el campo, y el PCCh detentaba el poder político en el mismo; sin embargo, en las ciudades donde se ubicaba el grueso del viejo aparato del Estado seguía estando dominado por burócratas ligados a las formas tradicionales de gestión de los emperadores chinos y del antiguo Kuomintang. El fondo de la cuestión era que cualquier proceso industrializador de manera centralizada debía contar con la legión de administradores no vinculados al PCCh, frente a lo cual el PCCh, optó por iniciar un proceso industrializador descentralizado basado en las comunas populares agrarias y urbanas, en el que se denominó el Gran Salto Adelante (1959). La producción de acero se iniciaría en hornos artesanos en dichas comunas. Esto crearía fuertes tensiones dentro del PCCh y de este partido con el PCUS, quien desechaba la opción de las comunas populares. El posterior fracaso de este proyecto, llevaría a que triunfara la tesis de abordar la industrialización apoyándose en la burocracia estatal. Mao Zedong pasaría a la oposición y apoyado en los militantes más jóvenes iniciaría la Revolución Cultural (1966-1976).
Para la corriente liderada por Mao Zedong, la cuestión o contradicción principal, no se situaba en ese momento en la industrialización sino en quien lideraba la misma, y la burocracia tradicional china representaba una clase social a la cual no había que otorgarle ningún poder; desde este punto de vista, la contradicción principal se situaba en la lucha de clases, lo que suponía poner fin a la vieja administración y al poder de sus administradores, de tal manera que la industrialización podía esperar.
La Revolución Cultural se inicio con ese propósito, las máximas de Mao Zedong sobre: de qué sirve una industrialización que lleva al  capitalismo, o “atacar a la burguesía en su cuartel central”, es decir, a las viejas clases dominantes administrativas, eran eslóganes que reflejarían que la lucha de clases era la cuestión principal. La reeducación de estas clases para acabar con las viejas costumbres fue la forma más importante de esta lucha. Sin embargo, aunque la vieja administración fue barrida del poder, los diez años (1966-1976) que duró la Revolución Cultural, sumieron a China en el caos político y el estancamiento económico. En los años setenta, con un Mao Zedong envejecido, la política de China cayó en manos de la denominada banda de los cuatro instalada en una interpretación sectaria del marxismo, mientras que la economía permaneció estancada. En 1977, el XI Congreso del PCCh, pondría fin a la Revolución cultural.
Tras la muerte de Mao Zedong y el ascenso de Deng Xiaoping, el debate sobre el marxismo cobró un nuevo impulso. El desarrollo y la modernidad, volvió a ocupar el lugar principal de la política. Deng Xiaoping tomaría como cuestión central del marxismo, el desarrollo de las fuerzas productivas a través de la modernización económica de China, e inauguraría la teoría que lleva su nombre basada en: 1- la política de reforma y apertura que llevaría a la promulgación en 1982 de la actual constitución de China, y 2- la denominada, apertura de la mente y la búsqueda de la verdad en los hechos, como forma de combatir el dogmatismo, entendiendo el marxismo como una guía para la acción política, siendo la práctica la fuente de verdad que corrobora la teoría o corrige la misma.
Desde el XI congreso del PCCh en 1977, la línea del desarrollo económico es la tarea central, siendo en la actualidad la contradicción entre: el desarrollo de las fuerzas productivas, y las superación de las viejas relaciones de producción, la que mueve el proceso económico actual de China, que se resume en la reforma por el lado de la oferta para superar el viejo modelo productivo basado en la mano de obra barata orientada a la exportación, por otras nuevas relaciones de producción basadas en: 1- la investigación e innovación tecnológica; 2- la reforma de la propiedad pública del Estado, y 3- la promoción de la iniciativa privada. La frase, combinar la mano visible y la invisible representa una simbiosis económica de marxismo y liberalismo que ha llevado a China a tener un fuerte crecimiento económico.

El Partido Comunista de China (PCCh) en la actualidad

A finales de 2015 el PCCh tenía 88,75 millones de miembros de los que 22,27 millones son mujeres, 6,18 millones pertenecen a minorías étnicas, todos agrupados en 4,41 millones de organizaciones de base. Con relación a la población total aproximadamente uno de cada quince ciudadanos chinos forma parte del PCCh.
En el discurso de conmemoración del 95º aniversario del PCCh, Xi Jinping, hizo hincapié en dos cuestiones fundamentales sobre el  PCCh, el mantenimiento de los ideales del partido y la lucha continua contra la corrupción.
Sobre los ideales, mantuvo el principio de unidad del pasado el presente y el futuro del PCCh sobre la base de los ideales y propósitos de sus miembros fundadores, instando a los miembros del PCCh a, "seguir siendo fieles a la misión asumida por el PCCh hace 95 años”, sin olvidar lo hecho y por qué nos propusimos hacerlo", y a, “reforzar  su creencia en los ideales del comunismo y el socialismo con características chinas, el cual debe ser evaluado no por personas con opiniones cargadas de prejuicios, sino por los chinos, en base a los hechos”.
Sobre la corrupción, consideró la misma la mayor amenaza para el PCCh como partido gobernante. “Si no podemos manejar el Partido y gobernarlo de manera estricta, dejando sin resolver problemas importantes en su interior, tarde o temprano, el Partido será consignado a la historia". En su VXIII congreso celebrado en el 2012, el PCCh elaboró un plan para mantener de manera continuada la lucha contra la corrupción, basado en castigar a los funcionarios corruptos denominados como: tigresmoscas y zorros. Los tigres hacen referencia a los miembros del PCCh que ocupan altos cargos administrativos, las moscas a los miembros del PCCh con cargos administrativos de rango menor, y los zorros a funcionarios que han salido de China llevándose ilegalmente sumas de dinero; habiendo sido decenas de miles los funcionarios investigados por supuestas prácticas deshonestas.
En enero del presente año, Wang Qishan, principal funcionario encargado de combatir la corrupción en China, ofreció cifras sobre la misma. Según su informe, las autoridades disciplinarias del PCCh recibieron en el año 2015 más de 2,8 millones de denuncias. De los denominados como moscas se castigaron a cerca de 336.000 personas que infringieron la disciplina partidaria y 20.000 casos concluyeron en los tribunales de todo el país. De los denominados como tigres, en 2015 se investigaron a 90 funcionarios de la administración central por violaciones disciplinarias, y 42 fueron remitidos a órganos judiciales para ser sometidos a una investigación penal. De los calificados como zorros, el gobierno chino logró en 2015 el regreso de 1.023 prófugos que estaban en otros países y la recuperación de 3.000 millones de yuanes (461,5 millones de dólares). Además los funcionarios anticorrupción también investigaron a 49.000 funcionarios por presunta violación de las normas éticas contra el derroche.
La lucha contra la corrupción es una cuestión de supervivencia para el PCCh. La degradación que sufrió el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), es un espejo en el cual mirarse. La corrupción en el PCUS llevaría a que numerosos funcionarios acumularan enormes fortunas formando una oligarquía adinerada que operaba en la sombra, y ello sería una de las razones más importantes del colapso de la URSS. Estos funcionarios que acumulaban enormes capitales se encontraban amordazados económicamente en un régimen que prohibía la propiedad privada del capital, y actuaron como un caballo de Troya contra el régimen soviético, para sustituirlo por otro de carácter liberal en el que poder aflorar sus capitales. Tras la desaparición del régimen soviético, los países que habían formado parte de la URSS, pasaron en poco tiempo a estar gobernados por estas oligarquías.
Desde la teoría marxista, en la URSS sucedió un paralelismo a lo que aconteció con la burguesía liberal en Europa a final del siglo XVIII y principios del XIX, la cual disponía de cuantiosos capitales que no podía invertir debido a que el Antiguo Régimen impedía la enajenación de las propiedades de los nobles y la Iglesia. Las revoluciones liberales acabarían con el Antiguo Régimen y permitirían la inversión privada en tierra y patrimonios una vez que éstos por ley fueron desamortizados. La contradicción entre unas relaciones de producción obsoletas en manos de la nobleza, y la necesidad del desarrollo de las fuerzas productivas por las nuevas clases burguesas, enunciada por Marx para explicar ese cambio histórico, fue la que impulsó a la burguesía liberal dueña del capital a poner fin al poder de la nobleza dueña de la tierra. En la URSS, las oligarquías que se desarrollaron en la sombra acumulando grandes capitales, pusieron fin al poder del PCUS, y con ello de la URSS.
En el caso de China las condiciones son diferentes. La propiedad privada puede desarrollarse por ley y la iniciativa privada es estimulada por el gobierno. No existe contradicción que limite el desarrollo de las fuerzas productivas sino que las mismas se desarrollan como ningún otro país en el mundo. El PCCh es un partido que nació y se forjó unido a las grandes masas de población y, a pesar de la corrupción existente, su arraigo entre la población es indiscutible, como lo demuestra su número de militantes. Sin embargo, la corrupción en la medida que toma fuerza produce desafección y, por ello, constituye el enemigo número uno que le puede alejar de la ciudadanía, por lo que se la combate sin descanso. Xi Jinping, resaltaría al respecto que el PCCh es un partido que nace del pueblo, debe servir al pueblo y nunca apartarse del pueblo.

El marxismo y la organización política de China

La organización política de China se basa en las asambleas populares desde el nivel de distrito hasta la Asamblea Popular Nacional que es el máximo órgano legislativo y se constituye por elección de delegados desde las diferentes asambleas provinciales. Si bien, además del PCCh existen ocho pequeños partidos políticos que tienen en conjunto un millón de afiliados y están representados en la Asamblea Consultiva conjuntamente con otras organizaciones políticas regionales, el PCCh vertebra toda la organización política del China. La constitución actual de China promulgada el 4 de diciembre de 1982, en su artículo primero establece: La República Popular China es un Estado socialista de dictadura democrática popular.
La definición de dictadura democrática popular, es un concepto que se fundamenta en  la interpretación del PCCh de la teoría marxista, en la que todo régimen político sea de democracia liberal o no, se fundamenta en la dictadura de la ley para defender los intereses de unas clases sociales u otras. En el modelo definido por el PCCh denominado de nueva democracia o democracia popular, la dictadura de la ley sirve para preservar constitucionalmente la propiedad del Estado sobre los principales recursos económicos de la nación, principalmente los recursos naturales y financieros, cuyo propietario son las clases populares a través del Estado y representadas políticamente a través de las  asambleas populares en las que el PCCh obtiene la representación mayoritaria.
En su discurso conmemorativo del 95º aniversario del PCCh, Xi Jinping se referiría a que esta organización constitucional es la base irrenunciable del socialismo con característica chinas, y se fundamenta en la preservación de los denominados Cuatro Principios Cardinales: 1- mantener la senda socialista; 2- bajo la dictadura democrática del pueblo; 3- el liderazgo del PCCh, 4- basado en la teoría del Marxismo, el pensamiento de Mao Zedong, y la política de reforma y apertura emprendida por Deng Xiaoping.

El marxismo del PCCh en la política internacional

La interpretación de los cambios históricos para definir las contradicciones principales del momento o fase histórica que se vive es una cuestión fundamental del marxismo. En el siglo XIX, la contradicción principal que movía los cambios históricos era la lucha de clases dentro de las principales potencias europeas, en principio fue la lucha entre la burguesía emergente y la nobleza decadente y con posterioridad la lucha entre las clases burguesas y las clases trabajadoras. A principios del siglo XX, Lenin desarrollaría la teoría que consideraba que tras el triunfo liberal en Europa, el capitalismo había entrado en una fase de expansión imperialista, por lo que la contradicción de la lucha por la hegemonía entre las principales potencias imperiales era la que movía la historia, y la forma de acabar con la guerra era que la revolución de obreros y campesinos derrocara a las oligarquías imperiales en sus países respectivos. En esta fase, se produjeron dos importantes revoluciones inspiradas en el marxismo: la revolución rusa que permitió sellar la paz de Rusia con Alemania en la Primera Guerra Mundial y fundar el Estado Soviético, y la revolución china que acabó con la ocupación japonesa en la Segunda Guerra Mundial y dio lugar a la fundación de la actual República Popular China.
Tras la Segunda Guerra Mundial se constituyeron dos nuevos centros de poder mundial: EEUU y la URSS, a la vez, se desarrollaría un movimiento en las colonias de los antiguos imperios europeos a favor de su emancipación. Este nuevo escenario cambiaria las contradicciones que movían la historia. Para los comunistas soviéticos el cambio histórico pasó a fundamentarse en la expansión del poder soviético bajo la autoridad de Moscú, lo cual creaba un antagonismo recíproco con EEUU, quien también aspiraba a la expansión mundial de su influencia, lo que llevaría a la Guerra Fría entre ambas potencias.
Con la fundación de la RPCh, Pekín y Moscú incrementaron sus relaciones. La URSS pasó a ayudar económica y tecnológicamente a China. Sin embargo, la consideración de Moscú de que el cambio histórico se fundamentaba en la expansión del campo socialista bajo la autoridad de Moscú, enfriaron las relaciones entre ambos países. China pasó a considerar que las pretensiones de Moscú de tutelar a China y otros países de régimen socialista, y dictarle la política interna a seguir era de naturaleza imperialista, que se significaría en la frase de Mao Zedong: Echamos al león por la puerta (refiriéndose a Japón) y no vamos a permitir que entre el tigre por la ventana (refiriéndose a la URSS). Para los marxistas Chinos el PCUS había entrado en una deriva de dominación mundial imperialista en disputa con EEUU.
El PCCh redefiniría las contradicciones que movían el proceso histórico en la nueva Etapa Mundial de Posguerra con la denominada Teoría de los Tres Mundos: el Primer Mundo se refería a los países industriales capitalistas liderados por EEUU; el Segundo Mundo a los países semi-industrializados bajo la tutela de Moscú, y el Tercer Mundo a los países en desarrollo del cual China formaba parte. Las contradicciones entre los diferentes mundos se situaban en: 1- la pugna entre el primer y segundo mundo por el dominio imperial mundial, y 2- la lucha de los países en desarrollo por labrar su propio camino, siendo esta última la contradicción principal que movía el cambio histórico de la humanidad hacia su progreso, y que daría lugar al Movimiento de los Países No Alineados con ninguna potencia mundial, y la promoción de los cinco principios de la coexistencia pacífica.
China sería fiel a esta teoría en sus relaciones internacionales. El enfriamiento de sus relaciones con Moscú, le llevaría a aproximarse a EEUU con el cual establecería relaciones diplomáticas en 1979, y pasaría a ocupar uno de los cinco puestos permanentes con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, a la vez, establecería relaciones con los países recién descolonizados principalmente en África.
Tras la desaparición de la URSS, la Teoría de los Tres Mundos quedó relegada por la historia. Sin embargo, para el PCCh en la Nueva Etapa histórica las dos contradicciones que siguen moviendo los cambios mundiales son: la aspiración de los países en desarrollo, de los que China forma parte, en alcanzar su prosperidad económica, y la lucha pacífica de los mismos contra las aspiraciones hegemónicas de EEUU.
En esta etapa, los países industriales desarrollados quedarían relegados por la historia como motores de cambio mundial, pues no precisan cambios mundiales que puedan cuestionar su estatus hegemónico económico y político mundial alcanzado tras la desaparición de la URSS. Sin embargo, la colaboración de todas las naciones con independencia del régimen político que tengan forma parte del progreso de la humanidad.
La formación de un mundo multipolar es parte de la lucha pacífica contra la hegemonía. La fundación del grupo BRICS y de otras asociaciones e iniciativas económicas en las que toma parte China, como el BAII, y la Nueva Ruta de la Seda, constituyen puntos que contribuyen a resolver las dos contradicciones que mueven el proceso histórico mundial, el desarrollo económico y la superación de la hegemonía mundial de un solo país.
De su convulsa relación con la antigua URSS, China obtuvo una experiencia que le permitió amoldar el marxismo a los nuevos tiempos, y en base a la misma se desarrolla la política internacional de China por la que: 1- ningún país incluido China debe practicar la hegemonía; 2- ningún país debe exportar su modelo político y económico sino que deben ser los pueblos los que definan libremente su futuro, y 3- las relaciones entre naciones deben basarse en el respeto mutuo, sobre la base de los cinco principios de la coexistencia pacífica.
Desde esa perspectiva las relaciones con Rusia cambiaron radicalmente desde la desaparición de la URSS. China y Rusia pusieron fin a sus disputas fronterizas y han pasado a ser dos socios estrechamente unidos tanto en su visión del desarrollo del espacio económico euroasiático como en los principios que deben regir la política internacional basada en la legalidad internacional, la libre determinación de las naciones sin injerencias externas y el fomento de la colaboración entre naciones.

En la Actualidad, China constituye la segunda economía mundial después de la estadounidense, a pesar de ello, sigue siendo un país en desarrollo cuya fase puede culminar en un lustro en la meta de constituirse en una sociedad modestamente acomodada con una renta per cápita de unos 14.000$.
EEUU y China son dos naciones que han emergido desde dos corrientes de pensamiento fraguadas en el siglo XIX, el Liberalismo y el Marxismo. Sin embargo, en el siglo XXI la colaboración de estas dos naciones en la marcha de los asuntos mundiales es una cuestión de primer orden, para garantizar la paz y el desarrollo mundial.